Málaga querida, ciudad donde nació una de mis hijas, intensa y grata, muy noble ciudad malacitana, hoy pareces insensata e inhabitable. Te muestran al mundo puerca. Málaga estos días está imposible. Algún piquete reparte papelitos y restos de comida, envases ruedan por las distintas vías urbanas, incluso desmontan las papeleras y arrojan su contenido al suelo. El centro se libra algo más porque ahí los servicios mínimos actúan más deprisa, pero no dan abasto de todas formas. Venganza y caos.
Tampoco es eso. Demasiada provocación; ellos pueden usar esta prepotencia de la aterradora falta de higiene, cosa que otros sectores, mismamente cuando despedían a manadas a personal de la construcción no podía ser dado con tanta efectividad. Incluso quienes somos capaces de administrar un derecho de otros, como es informar y comentar críticamente o ensalzando cada evento (según corresponda), nunca tan virulentamente hemos protestado y eso que han llegado a despedir laboralmente en España a unos once mil trabajadores de los medios de comunciación. Defiendo al personal de limpieza, sí, pero no lo drástico de algunos comportamientos que atentan contra el respeto de la ciudadanía.
El personal de limpieza debería cobrar como los notarios, y con un contrato de permanencia laboral determinado, 20 años al menos. No habría nada que más agradeciese la sociedad: que se procurase empleo a inmigración y nacionales en el sector de limpieza, siempre que fuesen más responsables de los que hoy chantajean así a la sexta ciudad expañola.