La oleada de investigaciones y detenciones judiciales que estamos viviendo, aplicadas a prebostes de la economía y de la política eran impensables apenas hace un lustro. Por algún sitio tenía que estallar tanta opresión, pero aún dan grima quienes siempre se mantienen neutros, evitando los líos; esos biempensantes que arrojan una moneda caritativa pero jamás contemporizan con el necesitado, que se avergüenzan de la miseria que ellos mismos han contribuido a generar. Tomás Moro, ilustre utópico, murió decapitado precisamente porque quería mantener la legitimidad de un matrimonio, el de su rey, quien deseaba lo contrario (la nulidad del mismo). Si las leyes actuales no sirven —pero al pueblo— habrá que cercenarlas.
Hoy en día bien sabemos que la "masa" por sí misma parece apática e indiferente y, tras tantas experiencias en la historia, los líderes y mandatarios que tenemos son los que merecemos, pero sólo si hemos recibido la información verídica, entre tanta saturación de voceros engañosos. La unión morganática entre dinero y equidad es uno de los esfuerzos más sensibles del auténtico futuro.