QUIEN PIENSA que el mundo puede mejorar no solo es un optimista, sino alguien necesario para la humanidad, al contrario del pesimista, poco productivo en ese sentido, ya que, llevado a su extremo, considera que está todo perdido. El planeta, a pesar de sus reveses, tiene futuro. Paz para el hombre, paz para el hambre de vivir, de crear, de mantener a las familias, del pan nuestro debajo del brazo y en la boca: de mostrarlo y de demostrarlo. Paz. Que no nos engañen más. Todo se puede lograr en la paz. Paz para los pueblos. De la paz nace la creatividad y el trabajo que da de comer a los hijos del mundo. Las balas son noticia, no los versos.
¡Cuántos escondidos intereses en todo conflicto que hoy existe en el mundo! Se pueden hacer tantas preguntas certeras para desvelar la cruda realidad, el puro afán crematístico desorbitado dentro del interés económico mundial, y solo encuentro más responsables a la mayoría de grandes potentados próximos a las esferas políticas, unos individuos libres de tacha, libres de acusación, invisibles especuladores que manejan los intereses de multinacionales y provocan alianzas poderosas que dominan a la inmensa mayoría con el control de los recursos. ¿Qué significado tiene cualquier desquebrajante estado de belicosidad en el mundo? Creo que una cosa meridiana: la hegemonía de las oligarquías por el dominio de los mercados y la estrategia de ingeniería bélica sobre el tablero de ajedrez del globo terráqueo para mantenerla. Hasta España se ha lucrado con la venta de armas o de mascarillas antigás fabricadas en Barcelona en distintos conflictos internacionales.
Sobre el mundo "civilizado" recae el peso, se ignore esta situación o no, de la conciencia, pero también paga —los paganos de siempre, la gente de a pie, los peatones o "racionados" corrientes, los padres de familia apurados para llegar a fin de mes— la manipulación de unos pocos que influyen sobre el liderazgo de las grandes potencias fundiendo en armas, desolación y muerte el dinero del mundo que debería estar destinado a educación, sanidad y nutrición.
¡Cuántos escondidos intereses en todo conflicto que hoy existe en el mundo! Se pueden hacer tantas preguntas certeras para desvelar la cruda realidad, el puro afán crematístico desorbitado dentro del interés económico mundial, y solo encuentro más responsables a la mayoría de grandes potentados próximos a las esferas políticas, unos individuos libres de tacha, libres de acusación, invisibles especuladores que manejan los intereses de multinacionales y provocan alianzas poderosas que dominan a la inmensa mayoría con el control de los recursos. ¿Qué significado tiene cualquier desquebrajante estado de belicosidad en el mundo? Creo que una cosa meridiana: la hegemonía de las oligarquías por el dominio de los mercados y la estrategia de ingeniería bélica sobre el tablero de ajedrez del globo terráqueo para mantenerla. Hasta España se ha lucrado con la venta de armas o de mascarillas antigás fabricadas en Barcelona en distintos conflictos internacionales.
Sobre el mundo "civilizado" recae el peso, se ignore esta situación o no, de la conciencia, pero también paga —los paganos de siempre, la gente de a pie, los peatones o "racionados" corrientes, los padres de familia apurados para llegar a fin de mes— la manipulación de unos pocos que influyen sobre el liderazgo de las grandes potencias fundiendo en armas, desolación y muerte el dinero del mundo que debería estar destinado a educación, sanidad y nutrición.