NO HAN sido pocos los escándalos por comentarios ofensivos principalmente en la red social Twitter de famosos o responsables políticos. 140 caracteres que levantan polémica y ganas de gresca como ninguna otra injuria en la sociedad moderna. La última pólvora tuitera que corroe el panorama político la ha encendido Guillermo Zapata, nuevo concejal de Madrid, con el "humorístico" tuit siguiente: ¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600? En el cenicero.
No sé cómo no son conscientes de que se están crucificando a sí mismos. Ni que fuera la primera vez. Este ha sido un chiste de humor negro que por sí mismo jamás resultaría favorable en ningún contexto. Para la mayoría es ruin, despreciable y execrable. Un cargo tan honorable como el de concejal de una ciudad como Madrid no se puede jugar así, a la ligera. Solo esta actitud demuestra la inconsciencia del calumniador, que bien debería saber, al menos, que la imagen en política cuenta y cunde. Tras la polémica, Zapata no descarta dimitir. Una dimisión, como concejal de Cultura, que también contempla la flamante nueva alcaldesa Manuela Carmena, quien ha considerado que la visión sobre el humor negro del edil quizás aconseje que pueda tener otras tareas que no sean las honorables y dignas que se le han encomendado, precisamente la preservación de la cultura, o sea, la civilización, la educación y este tipo de cosas. Empiezan bien, precisamente hoy que las nuevas formaciones políticas se están dando cuenta de que no sirven ya los modelos antiguos de confrontación, sino que el diálogo y la comprensión son los caminos de futuro.
Es al menos sospechoso ensalzar el holocausto como preludio de un mandato. O jugar con ese hecho histórico tan doloroso para la humanidad. Parece como si importase poco la concienca. El sentido común, la convivencia pacífica y la idea de unir y no separar debería estar enraizada en la mente de todos y cada uno de nuestros políticos. Ninguna opción valorable surge de la crispación, ni de la de derechas, ni de la de izquierdas, ni de la de centro, ni de la de federalistas, ni de la de autonomistas, ni de la de apolíticos ni de la de escépticos. Por eso creo que el gazapo de Zapata debe pagarlo con la dimisión.
No sé cómo no son conscientes de que se están crucificando a sí mismos. Ni que fuera la primera vez. Este ha sido un chiste de humor negro que por sí mismo jamás resultaría favorable en ningún contexto. Para la mayoría es ruin, despreciable y execrable. Un cargo tan honorable como el de concejal de una ciudad como Madrid no se puede jugar así, a la ligera. Solo esta actitud demuestra la inconsciencia del calumniador, que bien debería saber, al menos, que la imagen en política cuenta y cunde. Tras la polémica, Zapata no descarta dimitir. Una dimisión, como concejal de Cultura, que también contempla la flamante nueva alcaldesa Manuela Carmena, quien ha considerado que la visión sobre el humor negro del edil quizás aconseje que pueda tener otras tareas que no sean las honorables y dignas que se le han encomendado, precisamente la preservación de la cultura, o sea, la civilización, la educación y este tipo de cosas. Empiezan bien, precisamente hoy que las nuevas formaciones políticas se están dando cuenta de que no sirven ya los modelos antiguos de confrontación, sino que el diálogo y la comprensión son los caminos de futuro.
Es al menos sospechoso ensalzar el holocausto como preludio de un mandato. O jugar con ese hecho histórico tan doloroso para la humanidad. Parece como si importase poco la concienca. El sentido común, la convivencia pacífica y la idea de unir y no separar debería estar enraizada en la mente de todos y cada uno de nuestros políticos. Ninguna opción valorable surge de la crispación, ni de la de derechas, ni de la de izquierdas, ni de la de centro, ni de la de federalistas, ni de la de autonomistas, ni de la de apolíticos ni de la de escépticos. Por eso creo que el gazapo de Zapata debe pagarlo con la dimisión.