AQUÍ YAGO, en un trocito de la vieja Europa, al lado del mediterráneo; aquí yago, surtido del oxígeno azul del mar; aquí yago, en un rinconcito de Valencia que contribuye a iluminar el mundo; aquí yago, yaciente en el lecho de los helechos arborescentes, vibrante de vida, luchando por un futuro mejor; aquí yago, en el verdor natural de la Tierra. Aquí renace, siente y yace Yago, día a día: en la aspirada felicidad, en la ferocidad del fragor diario. Cualquier sitio es bueno. Así es como me gusta vivir: a cada instante; más vivir. La ironía de estar de vuelta en el juego de la vida es creativa y edifica. Estoy harto de vivir y, sin embargo, ansío vivir, vivir, vivir, descargar cascadas de sensaciones y liberar la acuosa pujanza de mi ser, quiero sentir cómo se derrama sobre mí la finura del rocío, quiero empaparme de la calígine que se forma con las cataratas de Iguazú cuando sacuden la base del río o del aplanante furor del sol valenciano. La realidad de España es áspera y lúgubre, pero vamos sabiendo que podemos transformarnos en el mismo presente y por un honroso futuro, que el camino da de sí y que debemos estar unidos; unir regiones, países, borrar fronteras, alimentar la variedad de culturas y tradiciones, enriquecer la existencia de las naciones. Mucha esperanza, porque estoy seguro de que sabremos controlar todo lo que nos separa y divide (credos, políticas, sacramentos, jerarquías, ideologías, denominaciones, religiones...) siendo menos intransigentes y estrechos, centrándonos en lo esencial. Aquí yago, en esos propósitos para enriquecerme de la variedad humana cada día, sin encasillar al prójimo. El nuevo sistema mundial va a ser una síntesis de lo mejor de todos los sistemas anteriores. Una civilización colectiva única, plural y funcional para alcanzar la unidad del mundo y la ecuanimidad, y que nadie sufra por hambre ni enfermedad curable. Aquí yago, aprendiendo a tolerar y aceptar de buen grado el camino de otros seres humanos y sus diferencias. Creo que es lo que ya mueve el mundo —lo que va en este sentido— y lo que lo cambiará, cambiándose uno mismo.