La Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, a través de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aacid), es la responsable de canalizar la solidaridad de los andaluces y a través de la cual la región está contribuyendo al futuro de niños y jóvenes de Marruecos, Senegal y Mali.
Como resalta la Consejería en una nota de prensa, la protección de la infancia y la mejora de las condiciones de vida de niños, adolescentes y jóvenes son aspectos claves para el desarrollo social de cualquier territorio. Esa capacidad transformadora de la sociedad que reside en los programas y políticas enfocadas a la generación de oportunidades para las personas jóvenes se explicita, de hecho, en la Agenda 2030, la hoja de ruta propuesta por Naciones Unidas y que cuenta con consenso mundial.
"Si hay algo de lo que creo que podemos estar orgullosos es del espíritu solidario que históricamente ha distinguido a Andalucía. Un espíritu presente ya en nuestro Estatuto de Autonomía, que nos sitúa en un marco idóneo para quienes trabajan y trabajamos en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030", señala la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz.
En 2019, Andalucía lanzó su Plan Andaluz de Cooperación al Desarrollo (Pacode), un documento maestro elaborado con todos los agentes y entidades andaluzas que desarrollan programas y proyectos de cooperación al desarrollo. Este Plan, vigente hasta 2023, alinea la política de cooperación andaluza con la Agenda 2030 mediante la integración en todas las políticas del Gobierno andaluz, para convertirla en un eje vertebrador para el logro del desarrollo sostenible en los términos que marcan los ODS y sus metas.
Dicho plan señala el norte de África y el África subsahariana como territorios priorizados por las actuaciones de la cooperación andaluza, en los que se están desarrollando proyectos destinados a una mejora de las condiciones de vida y de las posibilidades de desarrollo propio de estas comunidades, junto con la protección de la infancia y la mejora de oportunidades de las personas más jóvenes que pueden tener un futuro en su tierra. Unas iniciativas que se llevan a cabo con Administraciones locales, ONGD, entidades y universidades andaluzas y, también, a través de acciones de cooperación directa lideradas por la Aacid.
La protección de la infancia en el norte de Marruecos
La Junta señala que la protección de los niños en Andalucía ha sido "uno de los ejes fundamentales de la acción de gobierno en estos dos años de legislatura", en los que gobiernan PP y Ciudadanos, dos años que han culminado con la aprobación, por mayoría parlamentaria, de la nueva Ley de Infancia y Adolescencia.
"En las regiones del norte de Marruecos, Andalucía apoya desde hace más de una década un programa muy ambicioso en materia de protección de la infancia para que niñas y niños procedentes del medio rural y sin recursos puedan estudiar y tener un futuro en su país", señala Jorge Téllez, responsable de la Aacid del área del Mediterráneo y África subsahariana.
Así, detalla que este programa "busca reducir el fracaso escolar como uno de los motivos de la tasa de abandono escolar mediante actuaciones estratégicas orientadas a la generación de oportunidades de desarrollo de adolescentes, niños y niñas, la protección de sus derechos y a que no se vean en la necesidad de arriesgar su vida en la búsqueda de un presente y un futuro mejor". En este proyecto, Andalucía aporta recursos y su experiencia en formación de personal educador, desarrollo de infraestructuras para la docencia y sensibilización de las familias sobre la importancia de la educación para el futuro. Gracias a este apoyo, se han formado cuadros docentes y desarrollado 37 aulas.
Como complemento a este programa, se están realizando actuaciones en materia de protección social de la infancia mediante la formación de las personas que trabajan en este ámbito. Hasta la fecha, se ha actuado directamente sobre 17 centros de protección social y se ha formado a más de 300 personas funcionarias y responsables de los centros de protección social en la gestión administrativa, marco legal e ingeniería social.
Asimismo, durante este tiempo, se han producido intercambios profesionales entre la Administración marroquí y la Junta de Andalucía con visitas a la red andaluza de centros de protección de menores a fin de generar sinergias, intercambiar conocimiento y compartir buenas prácticas que incidan en una mejor atención y bienestar de estos adolescentes, niños y niñas.
A estas actuaciones, se suman diversos programas realizados por ongd y otras entidades que reciben el apoyo de la Consejería de Igualdad, como el proyecto de Mujeres en Zona de Conflicto (MZC) en Larache, Chaouen y Ouezzane, encaminado a acortar la brecha digital en la educación mediante la mejora de las competencias digitales tanto del profesorado como del alumnado, contribuyendo a la alfabetización digital, especialmente de mujeres rurales. O la iniciativa desarrollada por la Asamblea de Cooperación por la Paz, que trabaja con centros educativos de barrios populares de Tánger, donde llega éxodo rural y migrantes subsaharianos con el objetivo de facilitar su integración y garantizar la protección y derechos de estas personas menores.
Construyendo oportunidades de futuro en Senegal
"No solo trabajamos frente a nuestras costas sino que también penetramos en África hasta llegar al Sahel, que ha sido siempre conocida como una de las zonas con mayor movimiento migratorio del planeta", explica Pablo Domínguez, coordinador para África occidental de la Aacid. "Es uno de los territorios de Senegal donde el fenómeno de la migración irregular hacia Europa, bien a Canarias o por las rutas que suben por tierra hacia el norte, es más frecuente debido a la especial intensidad de distintos factores de expulsión que están en el origen de estos flujos migratorios", concluye.
Domínguez, que desarrolla su labor en terreno, señala que "entre los factores que dificultan el cambio de situación, se encuentra la existencia de modelos nacionales de desarrollo muy centralizados y poco sostenibles que agudizan los desequilibrios entre grupos sociales y entre el campo y la ciudad". También menciona la escasa participación real de los territorios en la planificación y el seguimiento de las políticas de desarrollo; la persistencia de desigualdades de género y de altas tasa de fecundidad, especialmente en zonas rurales; y la presión ejercida por la población sobre los recursos naturales explotados de manera extensiva.
"Tampoco podemos olvidar el débil acceso a los servicios de base de calidad y las limitaciones del sistema educativo público para promover oportunidades de empleo y ascenso social", añade.