ASEGURA EL Gobierno que España vuelve a ser atractiva para invertir, al tiempo que a los emigrantes españoles en Alemania les subyugan allí, aferrados a galeras, trabajando por un sueldo exiguo y, en general, en condiciones draconianas. Si nuestros líderes no tienen en cuenta en sus idearios el silogismo riqueza,
trabajo y reparto, flaco favor harán al trabajador nacional. Ejemplos en el
mundo ya hay. Un informe de este año de la OCDE (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico) compara la
media de dedicación en cómputo de tiempo y resulta que el español
estadístico trabajó en 2012 doscientas noventa y ocho horas más que un
alemán y trescientas cinco por encima del cómputo anual en jornadas laborales de un holandés. Siempre me fascinó oír hablar de esa prosperidad para el mundo, de
disponer de tiempo para liberar el cuerpo y enriquecer el espíritu. Pero está claro que hoy el esfuezo para conseguir los bienes materiales
preciso es superior al de hace un lustro. La corrupción ha pervertido la vida buena y nos toca a pagar a todos las cuentas de unos pocos. La pera en dulce
de los grandes partidos políticos sigue siendo la tácita obsesión por la
fagocitación social sin interconexiones, individuos aislados componiendo
una gran masa para evitar el auténtico bienestar genérico y favorecer
el de unos pocos. Pero, desde que Garzón tirase del ovillo de Gürtel ha habido grandes avances, antes impensables. Las nuevas hordas socio-políticas que han surgido de la indignación popular han de poner el mismo denuedo que en su éxito y aparición en el trabajo repartido (del que realmente existe) y bien
remunerado para todos, algo muy factible con un plan mundial de equidad. Ahí le duele y es donde han de incidir: en la conexión internacional.
Si
existen países que ya registran jornadas laborales más reducidas y son
también precisamente los que mayores ventajas ofrecen a los
trabajadores, ¿por qué no emularlos? Según los cálculos de la OCDE los
daneses son los ciudadanos con los sueldos más elevados. En la misma
cumbre dorada se cuentan países como Francia, Islandia, Irlanda y
Luxemburgo. Suiza, aparte de ser la madre patria de la banca y de las
saneadas cuentas, registra la mayor cobertura de la Seguridad Social. La nueva clase política que escudriñe
esos modelos y otros. Son las auténticas conquistas exigibles y el genuino
talante del administrador público si quiere seguir siendo respetado por
la adusta y ordeñada ciudadanía de países del rango de España, acosados
sin piedad por la austeridad, mientras las leyes y el oscurantismo
gobernante han permitido el despojo, el expolio y el paro.