LA ONU se afana por conseguir que este año se reduzca a la mitad la tasa de pobres y de personas que pasan hambre, mientras Esperanza Aguirre lo que propone es ocultarlos.
¿Podrá conseguirlo la ONU? Es factible, pero los países ricos más bien ponen palos en esas ruedas y se han dedicado a inyectar cantidades supermillonarias para rescatar bancos y amalgamar trusts globales. Aparte del vergonzoso y oculto fomento del mercado armamentístico.
Hay muchos culpables anónimos, agazapados tras políticos, que operan sin escrúpulos en los mercados, incluidos los de los países subdesarrollados. Para terminar con la desigualdad en el mundo, en lo más básico, es necesaria más infraestrucutra y, al menos, unos veintiún mil millones de euros. Será más difícil si no existe auténtica voluntad y desprendimiento de los Estados. Voluntad internacional. Afán de ecuanimidad. Solidaridad global. Son los pasos para la gran regeneración mundial. Individualmente también podemos propiciarlo y desacelerar el horror en este mundo excluyente, nadando con gozo en la infinitud de la sabiduría que nos espera. Empecemos por desviarnos del camino que nos imponen y por construir nuestra propia escala de intereses, sin importarnos las críticas.
El pasado más el presente no siempre significa el mejor futuro, pero los errores pueden ser pinceles de la inteligencia emocional para crear el cuadro de una nueva vida buena en el planeta. Ni del Sol ni de la Luna pueden privarnos, somos nosotros mismos quienes confiamos o nos alejamos y oscurecemos. Los deseos de triunfar no tienen por qué obligarnos a vender nuestros ideales y a acallar lo que pensamos. Si realmente lo deseamos y es noble y justo en la sociedad; si se exige con asiduidad, podremos llegar a conseguirlo y dar salida digna a este gran problema de la humanidad. Participar en impulsar este gran pacto, tal como está el panorama, es una oportunidad histórica que amedrenta a los políticos nefastos, ya demasiados. No veo nada mal, por esto, que continúen las exigencias populares de toda índole en las calles y que leyes como la apodada mordaza perezcan.
¿Podrá conseguirlo la ONU? Es factible, pero los países ricos más bien ponen palos en esas ruedas y se han dedicado a inyectar cantidades supermillonarias para rescatar bancos y amalgamar trusts globales. Aparte del vergonzoso y oculto fomento del mercado armamentístico.
Hay muchos culpables anónimos, agazapados tras políticos, que operan sin escrúpulos en los mercados, incluidos los de los países subdesarrollados. Para terminar con la desigualdad en el mundo, en lo más básico, es necesaria más infraestrucutra y, al menos, unos veintiún mil millones de euros. Será más difícil si no existe auténtica voluntad y desprendimiento de los Estados. Voluntad internacional. Afán de ecuanimidad. Solidaridad global. Son los pasos para la gran regeneración mundial. Individualmente también podemos propiciarlo y desacelerar el horror en este mundo excluyente, nadando con gozo en la infinitud de la sabiduría que nos espera. Empecemos por desviarnos del camino que nos imponen y por construir nuestra propia escala de intereses, sin importarnos las críticas.
El pasado más el presente no siempre significa el mejor futuro, pero los errores pueden ser pinceles de la inteligencia emocional para crear el cuadro de una nueva vida buena en el planeta. Ni del Sol ni de la Luna pueden privarnos, somos nosotros mismos quienes confiamos o nos alejamos y oscurecemos. Los deseos de triunfar no tienen por qué obligarnos a vender nuestros ideales y a acallar lo que pensamos. Si realmente lo deseamos y es noble y justo en la sociedad; si se exige con asiduidad, podremos llegar a conseguirlo y dar salida digna a este gran problema de la humanidad. Participar en impulsar este gran pacto, tal como está el panorama, es una oportunidad histórica que amedrenta a los políticos nefastos, ya demasiados. No veo nada mal, por esto, que continúen las exigencias populares de toda índole en las calles y que leyes como la apodada mordaza perezcan.