UNA PERSONA acaba de iniciar hoy en España una huelga de hambre en favor de la dignidad de los parados, por que estos dejen de ser humillados. La riqueza y el empleo deberían de distribuirse solidariamente y con equidad. El huelguista se ha encerrado en una delegación del Ministerio de Trabajo y allí piensa mantener su agonía el tiempo que sea preciso. Deberíamos unirnos todos en apoyo a esta drástica acción. La Renta Básica puede ser una solución a este tema y el reclamante, Ramiro Pinto, es su precursor, autor de diversos tratados sobre la misma. Es una oportunidad para solidarizarse e incluso emular su gesta. Al menos alguien hace algo frente a esta penosa situación. Aunque la inercia establecida y los resortes del poder trituran iniciativas individuales, puede ser una mecha encendida en el seco y vasto campo del desempleo y, de aguantar y persistir, prender para acabar con la agresión que sufren en España personas que son desahuciadas o no pueden satisfacer sus necesidades básicas, por ejemplo, mientras se mantienen proyectos menos perentorios socialmente y gastos superfluos o dispendios suntuosos como el enorme sueldo de la princesa aún una niña, también por ejemplo. El Estado ahorra en prestaciones e incluso penaliza a quienes las perciben por diversas razones, mientras las ocupaciones se hacen cada vez más precarias y el paro se convierte en una metástasis inabarcable de seguir así. Este escritor —que deja de comer para llamar la atención sobre este panorama que tanto preocupa a la sociedad pero que tan adormecida la mantiene— ha comprobado como se atemoriza, se humilla, se desprecia, se chantajea y se quita lo poco que tienen a quienes disponen de menos capacidad adquisitiva. Millones de personas padecen a diario el dolor y el sufrimiento que genera esta política. Es de esperar que esta iniciativa tan dolorosa, dura y valiente sirva de punto de apoyo para una reacción colectiva con el objetivo de establecer la supervivencia como un derecho inalienable, de manera que toda persona sin empleo no se quede sin una prestación y que esta se mida por encima del umbral de la pobreza.