El más afortunado por ahora, José Ortega Cano, ha logrado el tercer grado penitenciario, tras catorce meses encerrado, con una condena de dos años y medio por causar la muerte de Carlos Parra en un accidente de tráfico en 2011, cuando superaba la tasa de alcohol permitida. Ya ha disfrutado de cuatro permisos penitenciarios de salida, el último de seis días. Pero ahora el torero ha logrado, probablemente, que le acepten su petición de cumplir el tercer grado en el Centro de Inserción Social Victoria Kent de Madrid, cerca de una de sus mejores casas. Este régimen permite abandonar la prisión los viernes para volver los lunes. Cano tendrá cerca a su familia, en la lujosa casa que posee en una urbanización de Madrid. Entre sus planes inmediatos está contraer matrimonio con la madre de su hijo pequeño. Tuvo la suerte de cara y la mano izquierda de sus defensores en su juicio. En lugar de los cuatro años que pedía la acusación, consiguió tan sólo dos y medio; además se libró del delito de alcoholemia, por haberse frustrado la prueba. En realidad fue un defecto de forma, a pesar de que hubo testigos que le vieron bastante subido de tono y en conducción temeraria. El juez fue imparcial ante los diversos testimonios contradictorios (unos decían que iba ebrio y otros que no), con lo que primó el principio in dubio pro reo. Se le calificó de homicidio imprudente, con tres años y medio de inhabilitación para conducir, dos años y medio de prisión, más una indemnización de 170.000 € que en principio pagaron las aseguradoras.
Un resultado muy favorable, sin duda, gracias a los excelentes abogados del potentado. Poderoso caballero siempre ha sido don dinero.