De un día nace otro día. De una palabra mía también nace otra nueva que va uniendo más a cada yo —yo a yo— en la importante sensación de un comportamiento solidario. Esos egos decisivos que se fraguan: yoes que deciden. Jamás me arrepentiré de lo que hago. Sólo una décima parte de lo que ya he pasado es suficiente para poder decir que he habitado la Tierra con nobleza. Goce el género humano por completo. Éxitos y satisfacción a cada individuo deseo. Que todos mis congéneres se sientan vivos, espléndidos, magníficos, manifestándose en su esplendor. Es otro hito del nuevo sistema global. Mi labor se puede decir que es grabar en letras de fuego la vida, captar su fuerza, el furor del dinamismo en la sociedad mundializada de hoy. Conozco cómo se va modelando. Mi equilibrio son sus pasos; mi norte, su unidad. Voy a seguir haciendo sonreír al planeta. Hay que ajustar las teselas más apropiadas para configurar nuestra auténtica esencia, la óptima. Por la armonía mundial, ofrezco mi voz manteniendo el tono en las mentes a través de mi escritura. Que el mundo se levante con la ilusión de leerme para tomar arrestos, como se toma un café; para sentirse bien y reconciliarse consigo mismo o para reforzar su empatía. Construir, intervenir directamente en el proceso creativo de la comunidad global. Ahora el misterio es más profundo, el respeto también crece hacia dentro.
BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO |
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