LA MÚSICA anima, entretiene y evoca; también es un estigma de amantes. Pero el secreto del amor, ¿alguien lo conoce? El de la seducción, sí. Pero la cuestión del amor esencial es otra. Quienes tienen la suerte de experimentarlo saben que es el don más maravilloso que puede acontecer al ser humano. Hay quien lo rememora con canciones del siglo pasado. No todo lo que se compone musicalmente hoy en día es lo mejor, ni mucho menos. De hecho, cuando se abandona la rutina habitual, no sé qué pasa pero el entorno ambiental te devuelve, a través de la radio o en una sala nocturna de moda o en un taxi, aquellas notas que tú creías enlatadas en las antiguas cassettes, reeditadas en CD o archivadas en cualquier dispositivo electrónico. Se da entonces el enigma y la sorpresa del amor. Escucho esas canciones románticas de cuando yo tenía veinte años y sé que algo se remueve por dentro. ¿Son las baladas —esas que hablan de sublimar el hecho de amar— las que provocan la adoración entre el hombre y la mujer?
Es cierto que las estrellas del límpido cielo y un grato ambiente romántico favorecen el impulso indescriptible de adorar a alguien. Pero cuando va más allá del simple apasionamiento físico y trasciende la ilusión de contemplar una mar en calma, o la luna llena; cuando surge la chispa, entonces puedes darte por tocado. Igual que la lotería, te toca a ti, no cuando tú quieres tocarlo. Y penetra en ti el miedo que supone la libertad de elegir una de esas estrellas y dedicarle tu respeto, tu trabajo, tu tiempo, tu admiración, tu vida. Y curtirse cada día con el carácter de ese consorte amado, adaptarse incluso a sus formas y mantener el tipo abriendo brecha poco a poco en el cielo para volar juntos. No recuerdo exactamente quién ni cómo lo decía pero viene a expresar algo así como "si amas a alguien, déjalo libre; si no vuelve, nunca fue tuyo". Yo añado que si sigue a tu lado, realmente cada uno es del otro, se pertenecen como un todo indivisible, son futuro y transformación.
Es cierto que las estrellas del límpido cielo y un grato ambiente romántico favorecen el impulso indescriptible de adorar a alguien. Pero cuando va más allá del simple apasionamiento físico y trasciende la ilusión de contemplar una mar en calma, o la luna llena; cuando surge la chispa, entonces puedes darte por tocado. Igual que la lotería, te toca a ti, no cuando tú quieres tocarlo. Y penetra en ti el miedo que supone la libertad de elegir una de esas estrellas y dedicarle tu respeto, tu trabajo, tu tiempo, tu admiración, tu vida. Y curtirse cada día con el carácter de ese consorte amado, adaptarse incluso a sus formas y mantener el tipo abriendo brecha poco a poco en el cielo para volar juntos. No recuerdo exactamente quién ni cómo lo decía pero viene a expresar algo así como "si amas a alguien, déjalo libre; si no vuelve, nunca fue tuyo". Yo añado que si sigue a tu lado, realmente cada uno es del otro, se pertenecen como un todo indivisible, son futuro y transformación.