Es cierto que las estrellas del límpido cielo y un grato ambiente romántico favorecen el impulso indescriptible de adorar a alguien. Pero cuando va más allá del simple apasionamiento físico y trasciende la ilusión de contemplar una mar en calma, o la luna llena; cuando surge la chispa, entonces puedes darte por tocado. Igual que la lotería, te toca a ti, no cuando tú quieres tocarlo. Y penetra en ti el miedo que supone la libertad de elegir una de esas estrellas y dedicarle tu respeto, tu trabajo, tu tiempo, tu admiración, tu vida. Y curtirse cada día con el carácter de ese consorte amado, adaptarse incluso a sus formas y mantener el tipo abriendo brecha poco a poco en el cielo para volar juntos. No recuerdo exactamente quién ni cómo lo decía pero viene a expresar algo así como "si amas a alguien, déjalo libre; si no vuelve, nunca fue tuyo". Yo añado que si sigue a tu lado, realmente cada uno es del otro, se pertenecen como un todo indivisible, son futuro y transformación.
BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO |
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