Luis Navarro Ardoy y Lucía Cordón Díaz, investigadores de la Universidad Pablo de Olavide, han analizado cómo la transformación de barrios 'creativos' en Málaga y Sevilla está encareciendo la vida cotidiana y desplazando tanto a residentes de toda la vida como a artistas y pequeños negocios culturales. El trabajo se recoge en el capítulo El precio de la creatividad. Gentrificación, desplazamiento y transformación social, publicado en el libro Donde habita la cultura. Distritos creativos, modelos y tensiones en la ciudad contemporánea (Comunicación Social, 2025), disponible en acceso abierto.
Los llamados distritos creativos se han convertido en una de las grandes apuestas de las ciudades para dinamizar la economía local a través del talento y la atracción de inversión; en ellos se concentran galerías, talleres, espacios culturales y nuevas formas de emprendimiento. Pero, según explica el estudio, ese mismo éxito puede desencadenar procesos de gentrificación y turistificación que tensionan el tejido social: suben los alquileres, cambian los usos de los locales y se debilitan las redes vecinales.
Inspirado en las teorías de Jane Jacobs y Richard Florida, el trabajo enmarca estos barrios como escenarios donde se cruzan políticas culturales, intereses inmobiliarios y expectativas turísticas. La creatividad se presenta así como motor de desarrollo pero también como posible vector de desigualdad. Para evitarlo proponen acompañar el fomento de estos distritos con medidas de protección social y urbana, que permitan hacer extensivos sus beneficios a toda la población.
Málaga y Sevilla: dos modelos en transformación
La investigación se basa en 23 entrevistas en profundidad con artistas, artesanos, comerciantes, representantes vecinales y técnicos de la administración pública, y se centra en dos casos de estudio: el Soho de Málaga y el Cuadrante Noreste del Casco Histórico de Sevilla.

En el Soho de Málaga, el antiguo Ensanche Heredia ha pasado de área degradada a autodenominarse 'barrio de las artes', impulsado por la apertura del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), el Teatro Soho CaixaBank y proyectos de arte urbano en un modelo de revitalización impulsado de arriba abajo por el Ayuntamiento y el sector privado. El relato oficial subraya la revitalización y la nueva imagen de ciudad, pero los testimonios recogidos en la investigación apuntan también a la subida del precio de la vivienda, la proliferación de alojamientos turísticos y la sustitución del comercio tradicional por negocios orientados al visitante.
Por su parte, el Cuadrante Noreste del Casco Histórico de Sevilla —en torno a las calles Feria, San Luis y Amor de Dios— representa un modelo opuesto, de abajo arriba, en el que la iniciativa ciudadana y artística ha tenido un papel protagonista: talleres en antiguas naves, espacios compartidos de creación, galerías y proyectos autogestionados. Aun así, las tensiones afloran, relacionadas con una creciente presión inmobiliaria. Algunas personas entrevistadas reconocen que, si tuvieran que alquilar hoy sus talleres o viviendas, no podrían permitírselo.
La paradoja creativa: revitalizar o desplazar
Los distritos creativos generan dinamismo cultural y económico, pero también provocan fragmentación social. Cuando la cultura se convierte en un producto de consumo, las comunidades locales corren el riesgo de desaparecer. Los resultados muestran que, a medida que estos barrios se ponen de moda, crece la brecha entre quienes pueden seguir viviendo y trabajando en ellos y quienes se ven obligados a marcharse. El encarecimiento de los alquileres, la conversión de viviendas en apartamentos turísticos y la sustitución de usos —de taller o comercio de barrio a negocio de ocio y restauración— aparecen como factores clave de desplazamiento.
Para los autores, el riesgo es doble: por un lado, se intensifica la desigualdad socioespacial; por otro, se erosiona precisamente la identidad cultural que hizo atractivos estos barrios. La imagen de 'barrio creativo' puede acabar derivando, señalan, en un escenario cada vez más homogéneo, con menos espacio para la creación independiente y la vida vecinal.
El estudio incide en que los distritos creativos no están condenados a este desenlace si se diseñan políticas urbanas que equilibren dinamismo cultural y derecho a la ciudad. Entre las claves que señalan Navarro Ardoy y Cordón Díaz destacan: proteger la vivienda y los espacios de trabajo de residentes y agentes culturales, evitando su sustitución masiva por usos turísticos; impulsar políticas culturales de largo recorrido, más allá de eventos puntuales o campañas de marketing urbano; y reforzar la gobernanza participativa, incorporando a vecinos, artistas, comercios y administración en las decisiones sobre el futuro del barrio.
"La creatividad no puede florecer donde la vida cotidiana resulta insostenible", resume Lucía Cordón Díaz, coautora del trabajo, al subrayar la necesidad de compatibilizar la apuesta por la cultura con condiciones de vida dignas para quienes habitan estos entornos. El reto para estas dos ciudades andaluzas —y para muchas urbes globales— pasa, concluye la investigación, por entender que el verdadero indicador de éxito de un distrito creativo no es solo el número de museos o galerías que alberga, sino la capacidad de mantener y cuidar a su tejido humano.





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