EN EL ESTÍO proliferan los casos de intoxicación por burundanga, gracias a lo cual se ha detectado su utilización para robar, violar y expoliar. Hay más gente en la calle, se están más horas fuera y se va como más desenfadados y desprotegidos con el calor. A Epifanio, un anciano de 82 años de la provincia de Madrid, le drogaron con esta sustancia ayer mismo simplemente rociándosela en la cara con un nebulizador. Accedió de buena gana a subir a un coche, inducido por los efectos del estupefaciente, y por "propia" voluntad entregó 6000 € a sus captores en una sucursal bancaria distinta a la que solía frecuentar. A casa llegó mucho más tarde de lo normal y, a duras penas, consiguieron sonsacarle qué pasó, porque el alucinógeno también tiene la propiedad de nublar los recuerdos de la persona. Empieza a funcionar a los dos o tres minutos de su administración. Como digo, se llama burundanga o escopolamina y es una droga que modifica la voluntad y, en cantidades adecuadas, no deja huella. Muchas veces ni denuncian porque no se enteran de que la han ingerido en la copa de un bar o han sido irrigados en una discoteca. Por eso se usa contra las personas que, al no percatarse de ello, vertiéndolo en su bebida, soplándoselo a la cara, consiguen el propósito de obtener lo que desean sin oposición alguna. Es importante saber —y por eso lo repito— que los afectados no son capaces de recordar bien, o nada. Los delitos que se cometen bajo sus efectos son difíciles de criminalizar porque la persona que ha sido drogada con burundanga obedece de buena fe a todo lo que se le pide, pierde conciencia de su propia personalidad y se ve en la obligación de responder con sumisión. Es utilizada por violadores para hacer que su víctima se entregue completamente y por amigos de lo ajeno para esquilmar cuentas, incluso acompañando al estafado al banco o a su casa, como pasó ayer. Es bastante fácil de conseguir, barata de fabricar y muy localizable en Internet. Puede ser mortal. Milenaria, originaria de América, desde hace años la policía detecta casos puntuales. Son muchos los delitos no registrados y es demasiada la impunidad que ofrece su uso.
Juan Carlos YAGO |
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