El ser humano —dicen— es escritor de su propio destino. Si cuidamos la ortografía vivencial conseguiremos pensar en positivo. Hay una regla clave para eso, que deberíamos repetirnos: si tratamos de buscar siempre buenos sentimientos seguro que gozaremos también de buenos pensamientos. Y ahí entra en juego la solidaridad, cuyo peor enemigo es el temor, que, si superamos u obviamos, da paso natural a la genuina cordialidad, al entendimiento y la empatía. Lo peor que podemos hacer es enredarnos en pensamientos negativos, en negruras imaginativas y recelos. Todo este enjambre no es más que, hablando en plata, cacao mental que nos abre la puerta al miedo, engrandeciéndose su perversión. Hoy puede ser un gran día, tal como decía la canción de Juan Manuel Serrat. Dese el gusto, mejore su cara y la faz de la gente con su actitud. ¿Acaso ya no somos diferentes? ¿O solo era España? España es mucho decir y ahora no hacemos más que rebajarla, depauperarla, aborrecerla. Nos dejamos llevar mucho por la cuadratura del círculo alemán. Y —recordemos— los españoles siempre hemos apostado por la intrepidez y la épica, por el sentido de emprender y conquistar.
BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO |
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