SIN OBVIAR lo trágico e infrahumano del tema, si pensamos en la cantidad de cadáveres que se concentran cerca de las costas del Mediterráneo, ahogados a centenares en estos días, no podemos abstraernos de que cualquier desgracia en el planeta nos afecta a todos. En nuestros tiempos siguen muriendo miles de personas en este Mare Nostrum, seres humanos jóvenes y fuertes que huyen de la más atroz miseria y de la avaricia de poderosos, de mandatarios y de multinacionales.
Tantísimos cadáveres que pueden ser devorados por peces que luego podemos comernos. ¿Somos caníbales? En el Mediterráneo hay millones de animales, pero la mayoría de ellos se nutren de sustancias vegetales, aunque no por ello dejan de existir los zoófagos, como los tiburones, el atún, el salmón; y su dieta nutricional se basa en el consumo de otros peces más pequeños y de otros invertebrados. También, organismos bentónicos y bacterias marinas asimilan la materia cárnica. Pero, según fuentes documentadas, los peces tendrían que consumir la misma dieta durante muy largo tiempo para que pudiésemos notar en nosotros la transferencia de lo beneficioso o perjuicial, que en definitiva no deja de ser más que la asimilación de un tipo u otro de moléculas. Antaño el Mediterráneo era escenario de cruentas batallas navales donde también perecían miles y miles de personas y, sin embargo, no ha parecido tener repercusión en el régimen alimenticio de la población. ¿O sí? Quizá seamos antropófagos sin saberlo.
El caso es que el mar Mediterráneo se parece hoy mucho a una piscifactoría gigantesca y natural donde la dieta de los seres acuáticos se está haciendo más rica en proteínas. Quienes pretendemos ser vegetarianos aparentes, comiendo muchas frutas y verduras, y evitando la carne pero ingeriendo de vez en cuando hermosos lomos de salmón u otras exquisiteces marinas, a veces tememos que estemos devorando a un semajante o sus moléculas transformadas en la cadena trófica.
Tantísimos cadáveres que pueden ser devorados por peces que luego podemos comernos. ¿Somos caníbales? En el Mediterráneo hay millones de animales, pero la mayoría de ellos se nutren de sustancias vegetales, aunque no por ello dejan de existir los zoófagos, como los tiburones, el atún, el salmón; y su dieta nutricional se basa en el consumo de otros peces más pequeños y de otros invertebrados. También, organismos bentónicos y bacterias marinas asimilan la materia cárnica. Pero, según fuentes documentadas, los peces tendrían que consumir la misma dieta durante muy largo tiempo para que pudiésemos notar en nosotros la transferencia de lo beneficioso o perjuicial, que en definitiva no deja de ser más que la asimilación de un tipo u otro de moléculas. Antaño el Mediterráneo era escenario de cruentas batallas navales donde también perecían miles y miles de personas y, sin embargo, no ha parecido tener repercusión en el régimen alimenticio de la población. ¿O sí? Quizá seamos antropófagos sin saberlo.
El caso es que el mar Mediterráneo se parece hoy mucho a una piscifactoría gigantesca y natural donde la dieta de los seres acuáticos se está haciendo más rica en proteínas. Quienes pretendemos ser vegetarianos aparentes, comiendo muchas frutas y verduras, y evitando la carne pero ingeriendo de vez en cuando hermosos lomos de salmón u otras exquisiteces marinas, a veces tememos que estemos devorando a un semajante o sus moléculas transformadas en la cadena trófica.