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Las columnas de La Noción


Columna
Miércoles, 25 Noviembre 2015
  Calificación: 7 valoraciones, Valoración: 5.00 de 5 Calificación

BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO



LA INSEGURIDAD corroe las entrañas del mundo, las coaliciones bélicas de uno y otro lado se refuerzan y la incoherencia hace acto de presencia en distintas partes del globo terráqueo. Los brotes de insensatez pululan en la política internacional. Los ciudadanos tienen miedo y se ven obligados a vivir el pánico en su interioridad, al calor de un hogar cada vez más frágil, endeble y desamparado.
   Tiembla la estabilidad del ser humano sobre el planeta a pesar de la riqueza del mundo; y las empresas de seguridad de todo tipo, tanto en recursos materiales como humanos, aumentan su facturación de forma inexplicable. La estupidez humana crece geométricamente. Albert Einstein se queda corto con la aseveración de que hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana: "Y del Universo no estoy seguro". A estas alturas, entonces, es cuando pienso que jamás debo sentirme ridículo por expresar mis emociones, por tratar con amor a mis semejantes y por ser valiente confesando mis sentimientos. ¿A santo de qué avorgonzarme de nada con la que está cayendo a mi alrededor?
   Nos están tomando más que el pelo: los cabellos de ángel de las entrañas.  El ser humano está amenazado por el ser humano y de nuevo nadie vuelve a fiarse de nadie. Quien no tenga miedo hoy es el auténtico afortunado. La vieja Europa ni siquiera sabe que está trémula y desorientada. Los ricos más amedrentados se fabrican lujosas trincheras secretas dotadas de todos los servicios energéticos y las provisiones necesarias para resistir unos años. Sus equipamientos incluyen la protección nuclear y la de los gases más letales. Cuanto más poderosos más temen ser removidos de su posición, más sensación de inestabilidad y de que pueden ser asesinados en cualquier momento. Nadie informa de ello porque en su secreto radica otro elemento importante de su alta protección. Ni así sienten garantizada su integridad física, mental y personal. Es más, al contener así la respiración experimentan el surrealismo del pánico.
   Los ricos se construyen sus propias cárceles mientras las víctimas —en realidad, la raza humana global— padecen el peor de los castigos: la deshumanización, el miedo y la falta de paz.

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Columna
Lunes, 23 Noviembre 2015
  Calificación: 7 valoraciones, Valoración: 5.00 de 5 Calificación

BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO



CIERTO CONSENSO internacional se fragua en estos días con respecto a los bombardeos franceses contra el yihadismo. Francia pretende asentar un frente común que bendiga su respuesta bélica a los graves atentados del 13N. Una decena de días ha bastado para que el mundo cambie su percepción global y apruebe genérica y tácitamente la pena de muerte indiscriminada sobre el ser humano.
   Lo sarcástico es que por cada europeo vilmente asesinado van a morir vilmente asesinados docenas de musulmanes. ¿A alguien se le ha ocurrido pensar que la existencia de individuos de esta ralea —capaces de autoinmolarse en público y llevarse por delante a unos cuantos infieles— proviene de la consideración intelectual de unos sabios que, oculta y deliberadamente, influyen sobre las mentes, ofreciéndoles una nueva tierra prometida?
   Al-Ándalus, en estricto sentido histórico, es una amplia extensión ocupada en Europa durante el medievo por los musulmanes. Aunque parezca increíble, ahí radica el éxito de este tipo de terrorismo. Es la lucha por los lindes, el sentido de la posesión territorial que por esas extrañas razones enfrenta a hermanos en una herencia. Les manejan, en el caso del yihadismo, con la magia de la posesión y con el dominio que va adherido a la violencia. Es la manida lucha con los moros y contra los moros, en nombre, a la sazón, del santo Santiago, el matamoros, hasta las legendarias hazañas del Cid limpiando con sangre árabe el suelo hispano.
   La historia, y no solo la religión, conduce a ciertos deseperados —a quienes previamente han despersonalizado y lavado el cerebro a conciencia— a estallarse ante la presión inconmesurable de occidente y del modo de vida occidental, inmerso en un modelo económico francamente moribundo.
   El fundamentalismo aprovecha esta situación para hincar la sobrevaloración de su ideología y para proclamar como valor absoluto algo subjetivo. Los kamikazes condicionan su vida al deseo de sus líderes. No consideran el contenido de lo que profesan sino el continente, es decir, el cerebro moral de quien proviene la orden. Sobre esa ambición debería incidir la acción represora, sobre la de los ideólogos fanáticos, que están libres de tacha.

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Columna
Miércoles, 18 Noviembre 2015
  Calificación: 7 valoraciones, Valoración: 5.00 de 5 Calificación

BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO



CREATIVOS, ser o no ser creativos. Ahí radica el quid de la cuestión, el meollo de la superación que marcaría la diferencia entre sentirse masa, parte de la masa —la amorfia no deja de ser una cómoda postura— o, bien, ser humano selecto, una pléyade, por cierto, bastante dispersa y que, sin embargo, brilla o marca pauta entre tanta distorsión de la geometría del realizarse en la sociedad actual.
   Como decía un maestro mío, hay que dejarse el ‘es que’ bajo la almohada. Al levantarse, fuera excusas. Lo que se debe hacer, se hace, sin embelesos. Desterraría también de la mente matutina el “si hubiese hecho esto o aquello, el resultado habría sido diferente”. Hoy, un día de trajín, de realizaciones, esfuerzos y pesadumbres —como tantos— he querido obviar los ‘es que’ y los ‘si hubiese’.
   —Es que a ti todo te parece tan fácil, pero es que no lo es. La gente precavida es la que no se apresura, es la que vale por dos y si hubieses observado, no te equivocarías tanto. Es que es muy importante, lo dice todo el mundo.
   —¿Así te justificas? ¿Pero de qué mundo me hablas? ¿Tienes cuadrada la mente y no piensas hacer nada original?
   —Es que eres un exagerado. Mejor no hablo más contigo, eres incorregible. Si hubieras escuchado lo que he dicho sabrías que no se puede hacer. ¡Es que no entiendes nada!
   Diálogo tan corriente y moliente que se escucha en cualquier esquina de la ciudad. Mejor me abstraigo, camino entre la gente, pienso mientras existo y trato de destacarme. Me gusta esta palabra, hace mucho que no la disfrutaba, quizá desde hace muchos años cuando en un periódico me nombraron corresponsal destacado a raíz de una noticia singular sobre el cuartel Viriato en Zamora (1990).
   Recuerdos para renovarse, para beber de la nostalgia y, también, de la sabiduría y de la experiencia en mi búsqueda de un nuevo sistema mundial, del mismo modo que de un sitio en el mundo (todavía) y, tal vez, quizá, quién sabe, de mi particular huida hacia adelante contra el chirriar de los condicionales evasivos y de los ‘es que’ de seres inseguros, justamente quienes pretenden convencerte de que gozan del alto privilegio de la confianza en sí mismos.
   Gente así, tan convencida, tan fundamentalista, tan aparente en la perfección de su discurso, precisamente es la menos beneficiosa para su propia tranquilidad y para el sosiego social.


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Columna
Lunes, 16 Noviembre 2015
  Calificación: 7 valoraciones, Valoración: 5.00 de 5 Calificación

BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO



EL ÚLTIMO maratón de Valencia, ciudad por excelencia del 'running', ha resultado un éxito apoteósico en el que han participado más de 25.000 corredores de diversos países, y concretamente 2.700 extranjeros, italianos, belgas, británicos, holandeses, entre otros y, destacados por las circunstancias, 500 franceses registrados, según el cómputo de la Organización patrocinada por la Fundación Trinidad Alfonso. El sentimiento de estos últimos, lejos de París y fuera de su nación, ha sido aireado en las entrevistas y reportajes de prensa locales.
   Los corredores franceses experimentaron la calidez de la Luna mora de Valencia este domingo; y más que nunca su corazón consolaba a su nación tras los graves atentados yihadistas del viernes. Corrieron con el ímpetu originario del soldado griego, en el año 490 a. C., para comunicar la victoria sobre los persas, aunque ninguno de ellos ganó el maratón valenciano, de fama internacional.
   ¿Cómo puede haber mentes religiosas o políticas dirigentes que envíen a jóvenes terroristas a perpetrar atentados como el de la noche del viernes 13 de noviembre? ¿Por qué el yihadismo no lo ejecutan ellos mismos, los que propugnan desde sus estrados la ideología? ¿Por qué nunca se inmolan esos sabios?
   Confieso que hoy al despertar en Levante me sentí —paradójicamente en una ciudad sin problemas de seguridad ciudadana, sin apenas vándalos— atemorizado por lo que escuchaba en los teletipos de las agencias y en la radio con criterios alarmantes de que España estaba en alerta cuatro por el terrorismo. Contemplo las gárgolas valencianas del Puente del Reino tan similares a las de Nôtre Dame de París y sentí un escalofrío: la amenaza de una Tercera Guerra Mundial. Es decir, aquí mismo, desolación y sangre, lo que está ocurriendo en Oriente Próximo. Los que huyen de Siria también se pueden preguntar, como dice Antonio Gala, "después del duro éxodo, represión y pobreza: ¿eso era el Norte?" ¿Tenemos Norte? Los buenos luchamos mientras los mediocres vociferan o toman las armas, acuchillan, se inmolan. La mayoría de la gente quiere vivir. Admiro a quienes saben más vivir, a pesar de que pretendan nublarnos el Norte.

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Columna
Martes, 03 Noviembre 2015
  Calificación: 7 valoraciones, Valoración: 5.00 de 5 Calificación

BALCÓN GLOBAL
Juan Carlos YAGO



LAS REDES sociales está claro que han neutralizado de alguna manera el efecto del cuarto poder, aunque este es todavía muy predominante. Los medios de comunicación social crean opinión —si no, ¿a ver quién o qué?— y mantienen la dinámica de las distintas fuerzas vivas, pero donde la gente ha tomado conciencia de que realmente sí puede influir en el devenir de su propio futuro es con la respuesta masiva a los editoriales y contenidos de prensa. De todas formas, lo que tengo claro es que, gracias a este moderno panorama, la presencia del público en el mundo de la información es más activa que nunca, si bien es un arma de doble filo, porque sirve a ciertos dirigentes para controlar también los gustos y preferencias de las masas y, por tanto, a los distintos sectores que las componen.
   Personalmente compruebo que sí soy leído en mi medio LA NOCIÓN porque recibo numerosos privados (eso que llaman privados y que antes era cartas al redactor, sin tanto afán enigmático o de exclusivismo como denota el vocablo). El caso es que no doy abasto. Supongo que yo mismo me he metido en este lío; gusta lo que escribo, hay personas que quieren comentar y esperan recibir respuesta.
   Me planteo —pido perdón— dejar de mantener correspondencia, porque si no, me veo absorbido por la actividad, por ejemplo, en Facebook, tan "bien" remunerada, ya que vivo de lo que escribo. Supongo que se me comprenderá.
   A veces recibo sorpresas dignas de mención especial o que te llegan al alma de forma cordialmente punzante. Destaco algo por la relevancia de una persona y porque aquello que parecía tan grave, al final, en realidad, no lo era tanto. Sin citarla, y con su permiso, reproduzco lo que me ha espetado: «Hola, Yago, siempre que te leo, pienso cuánta energía transmites. Tus crónicas algunas veces hasta me han enfadado, incluso en una ocasión te escribí que estabas tan equivocado que ni siquiera me molestaba en corregirte, pero al final he comprendido que tú no vas de columnista prepotente ni te importa imponer tu verdad, sino que sencillamente eres un tipo entusiasta de la vida». A pesar de la retranca que aún esconde esta presunta apología, me cae simpática y respondo que sí, que yo practico el más vivir.

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