MAÑANA, 2015, y la injusticia y el hambre seguirán acorralando al prójimo, tantas veces tan próximo como vecinos que callan su angustia y la ahogan en el escaso peculio que apenas les permite comprar lo más básico en el supermercado. El mundo reclama un cambio radical a través de una unidad universal con todas las aportaciones culturales y la mejor esencia de todas las civilizaciones pasadas, presentes y futuras derramadas en una configuración funcional y única, soberana, organizada en sencillos estrados donde cada uno hará lo que no pueda hacer el anterior desde la base del individuo libre. El ser humano ha de decidir y alcanzar la individualidad solidaria en cada uno. Por esta idea triunfan sorpresivamente nuevos partidos políticos y personas en Europa que antes no les conocían más que a la hora de comer en su casa. La humanidad es capaz de decidir su destino, y no unos cuantos abencerrajes dados a meter la mano en el tesoro público, constriñendo los derechos y los servicios sociales de la inmensa mayoría. Un nuevo sistema se va construyendo con un sentido inverso al actual: de abajo a arriba, donde la cúpula, el 'mandado' provisional —líder humano válido— será realmente solo un instrumento; muy transparente, servicial y dinámico. Si no, eliminado. La mínima autoridad precisa y autonomía en cada estrado, muy funcionales, dentro de una interrelación subsidiaria de las naciones que reconocen una soberanía pragmática, renovable y no recurrente. Alrededor de un lustro para llegar a fraguar el embrión de esta nueva organización social mundial.
Hacia 2022 podría estar beneficiando ya a la mayoría de la comunidad internacional. Cada ser humano es poseedor de un potencial, y el conjunto deber ser consciente de esta importante trascendencia, sea cual sea cual su confesión o ética, y sea ateo o agnóstico. Es un poder del que aún no se han percatado del todo los propios ciudadanos de a pie y que, cuando por fin lo usemos, habremos avanzado hacia la genuina nueva era que todos esperan y nadie sabe definir con exactitud. La altura de los tiempos exige ubicarse en el mejor lugar: en el de la equidad mundial.
Hacia 2022 podría estar beneficiando ya a la mayoría de la comunidad internacional. Cada ser humano es poseedor de un potencial, y el conjunto deber ser consciente de esta importante trascendencia, sea cual sea cual su confesión o ética, y sea ateo o agnóstico. Es un poder del que aún no se han percatado del todo los propios ciudadanos de a pie y que, cuando por fin lo usemos, habremos avanzado hacia la genuina nueva era que todos esperan y nadie sabe definir con exactitud. La altura de los tiempos exige ubicarse en el mejor lugar: en el de la equidad mundial.