El Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha aprobado esta mañana la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del Palacio de Buenavista, en Madrid, en la categoría de monumento. El Ministerio de Cultura inició en octubre de 2024 el trámite del expediente para esta declaración, que supone la aplicación de esta categoría de protección, la máxima que establece la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español.
El edificio, sede del Estado Mayor del Ejército de Tierra del Ministerio de Defensa, se encuentra en el arranque del paseo de Recoletos y ocupa uno de los chaflanes de la plaza de La Cibeles, donde comparte espacio con edificios emblemáticos como el del Banco de España y el Palacio de Telecomunicaciones, actual sede del Ayuntamiento de Madrid, y con el Palacio de Linares.
Su construcción se inició a finales del siglo XVIII con un esquema alineado con los grandes palacios de la época y siguiendo una estética sobria y rigurosa que, si bien es propia del estilo neoclásico, enmascara un proyecto barroco. La declaración BIC también supone la protección de la denominada 'zona noble' del palacio y de la verja de hierro que separa los jardines de la calle y que fue terminada a finales de 1873.
Un palacio para ser admirado
Las obras se iniciaron bajo la dirección del arquitecto de origen francés Juan Pedro Arnal, quien a su vez pudo inspirarse en un proyecto anterior de Ventura Rodríguez, del que aún se conserva la maqueta. Como emplazamiento se escogió un altozano en uno de los lugares más despejados de la Corte, para facilitar la contemplación del monumento. Al mismo tiempo, la panorámica que se abarcaba desde el palacio fue la que originó su denominación de Buenavista.

Vista del edificio y su entorno en 1872, cuando servía como sede del Ministerio de la Guerra
El edificio se proyectó junto a un jardín y varias fuentes para servir de residencia a doña María del Pilar Teresa de Silva, duquesa de Alba, si bien ésta jamás llegó a habitarlo por culpa de dos grandes incendios. Pese a las sucesivas transformaciones y remodelaciones, siempre se ha respetado la estructura original.
Posteriormente, el palacio fue adquirido por la Corporación Municipal para ofrecérselo a Manuel Godoy. Sin embargo, el valido de Carlos IV tampoco pudo instalarse en él porque a raíz del motín de Aranjuez de 1808 le fueron confiscados sus bienes. Durante el reinado de José Bonaparte, por decreto volvió a ser intervenido para ser transformado en Museo de Pinturas.
A mediados del siglo XIX se reformó según proyecto de José María Aparici y como parte de los planes de ampliación, para incorporar la huerta del corregidor Juan Fernández, se derribaron los muros que cerraban el solar y se instaló la verja que aún hoy marca los límites del jardín. Sobre su puerta principal todavía puede verse la figura fundida con el bronce de uno de los cañones de la guerra de África, realizada en 1873 por Eugenio Duque y Duque.
En 1870 se incorporó una nueva crujía, formándose un segundo patio, siguiendo el estilo y las proporciones de lo ya edificado. En el interior del palacio se distribuyen una serie de salas y salones, adornados según el uso que se les dio históricamente, y con una amplia colección de tapices, pinturas, esculturas y otros bienes.
El palacio ha estado vinculado al Ejército desde 1816, en principio como Museo Militar. Pasó a ser Ministerio de la Guerra en 1847, del Ejército en 1939 y de Defensa desde 1977 hasta 1981. En 1982, con el traslado del Ministerio de Defensa a su ubicación actual, en el paseo de La Castellana, se transformó en Cuartel General del Ejército de Tierra, función que conserva en la actualidad.