El Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, ha presidido esta mañana en la Basílica de San Pedro del Vaticano una multitudinaria celebración jubilar, con los cerca de 3.000 valencianos participantes en el Jubileo de los Jóvenes, en la que se han sumado también peregrinos procedentes de otras diócesis españolas y de otros países, sobre todo, de Hispanoamérica, que han rezado por los afectados de la DANA.
En la misa, concelebrada por los Obispos auxiliares de Valencia, Mons. Fernando Ramón y Mons. Arturo J. García, y el Obispo de Segovia, Mons. Jesús Vidal Chamorro, junto a sacerdotes y seminaristas, Mons. Benavent ha recordado que "todos formamos un solo Pueblo, manifestando lo que es la Iglesia, unida por la misma fe".
"El pueblo de Israel es un pueblo peregrino que va por etapas hacia la tierra prometida. Pero es un pueblo que en su peregrinación no está solo, es un pueblo acompañado por Dios.Y esa es nuestra esperanza, ese es nuestro consuelo. Nosotros como Iglesia somos un pueblo que camina por este mundo, que caminamos juntos hacia la casa del Padre, caminamos con esperanza y caminamos como sembradores de esperanza también en nuestro mundo".
"Caminamos con esperanza porque no caminamos solos"
Y "¿Por qué caminamos con esperanza?: Porque no caminamos solos, porque Cristo viene con nosotros, camina con nosotros, está a nuestro lado, nos va indicando el camino y nos lleva a que no olvidemos que la meta de este camino es el reino de Dios".

El Arzobispo ha recordado que "no somos nosotros los que caminamos con Cristo, es Cristo quien camina con nosotros. Por eso, estamos alegres, por eso no perdemos la esperanza, por eso, incluso en medio de las dificultades de la vida, no perdemos la alegría, somos peregrinos en esperanza". Y "no porque seamos mejores, ni más fuertes, ni porque nos vayamos a comer el mundo, sino porque Cristo camina con nosotros. Nos da fuerzas cuando nos fallan las fuerzas y nos da esperanza cuando nos falla el ánimo, nos da ilusión cuando vivimos momentos de debilidad y sufrimiento".
"Sin Él no podríamos nada, con Él lo podemos todo, porque en Él encontramos nuestra fuerza, en Él encontramos también nuestro consuelo y nuestra esperanza", ha añadido.
"La vida no es una apariencia"
Y en ese camino de llegada a la meta, es importante "tomarnos en serio la vida", ha indicado el Arzobispo. "Caminamos alegres, caminamos esperanzados. Pero la peregrinación no es superficial. La vida nos la hemos de tomar en serio. Porque al final del tiempo se separarán los buenos y los malos". "San Agustín, comentando este texto del Evangelio, dice que la Iglesia, mientras camina en este mundo, está formada por peces buenos, por peces malos. Y viven todos juntos. Pero al final hay un discernimiento".
Por ello, "tomemos en serio la verdad de nuestra vida. En la peregrinación nos tenemos que tomar en serio que la vida no es una apariencia, sino que debemos caminar en verdad de vida. No en una apariencia de vida".

"Podemos vivir en la superficialidad de la vida. Pero una peregrinación como esta, en la que sufrís, pasáis sueño, un poco de hambre. Bueno, pues es bonito eso. ¿Por qué? Porque nos ayuda a vivir la verdad de la vida. Y aquí es cuando salen las actitudes fundamentales: Quién es el compañero que uno tiene a su lado. Quién es el que se preocupa únicamente de sí mismo. Quién es el que sabe tender una mano amiga al hermano. Pues eso es la vida. Incluso el momento de sufrimiento nos puede ayudar a descubrir la verdad de nuestra vida".
"Tenemos la ayuda de testigos, de otros peregrinos que han llegado a la meta"
" Y en esta peregrinación también tenemos la ayuda de testigos, de otros peregrinos que han ido delante de nosotros y que han llegado la meta. Aquí está el lugar santo del sepulcro de San Pedro. Un peregrino. Vino de Galilea. Llegó a Roma a predicar el Evangelio. Nos anunció a Jesucristo. Nos confirmó en la fe y dio la vida por el Señor. Peregrinar al sepulcro de Pedro es peregrinar a aquel que es la roca sobre la que se asienta nuestra fe. Que esta peregrinación sea un momento para revitalizar nuestra fe. Para reafirmar nuestra fe", ha afirmado el Arzobispo.
" Y hoy celebramos también la fiesta de otro peregrino, Ignacio de Loyola, que también llegó aquí a Roma y que nos ayudó a poner en práctica esto que dice el Evangelio: Saber distinguir lo bueno de lo malo, lo que Dios nos pide en cada momento de nuestra vida, un peregrino también enamorado de Jesucristo, enamorado de la Iglesia que quiso que Jesucristo fuera conocido y amado por todos los hombres. Y eso es lo que también nosotros hemos de querer".
"Ser joven es algo que se lleva en el corazón"
"Somos jóvenes. Todos los que estamos aquí. Porque ser joven es algo que se lleva en el corazón. Puede haber chicos y chicas de 20 años que no son jóvenes. Es joven aquel que vive la fe con ilusión. Es joven aquel que quiere que Jesucristo sea conocido y amado por todos. Y eso es lo que queremos, como Ignacio de Loyola".
"Él quería que todos los hombres de nuestro mundo conocieran y amaran a Jesucristo. Y eso es también nuestro compromiso. Que éste sea también el fruto de este jubileo: Querer, trabajar, luchar para que todos los hombres y mujeres de nuestro mundo conozcan y amen a Jesucristo. Os imagináis qué distinto sería nuestro mundo. Imaginemos un mundo donde todos conocen y aman al Señor: Más paz, más fraternidad, menos guerras. Sería el reino de Dios. Pues que el Señor nos dé fuerzas para continuar con nuestra peregrinación y que llevados de la mano de Santa María Ella también nos vaya conduciendo hacia el reino de Dios. Que así sea".
El Jubileo de Jóvenes continúa este sábado y domingo
Mañana, 1 de agosto, será el turno de la jornada penitencial en el Circo Máximo. También la peregrinación de los jóvenes españoles —procedentes de diócesis, congregaciones y movimientos— celebrará un momento especial el por la tarde, con un histórico encuentro en la Plaza de San Pedro, un acto sin precedentes organizado por la Subcomisión Episcopal para la Juventud y la Infancia de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en colaboración con el Vaticano.
El punto culminante llegará el 2 de agosto, cuando los peregrinos se trasladen a Tor Vergata para participar en la vigilia con el Santo Padre. El domingo día 3 se celebrará la misa conclusiva del Jubileo, presidida por el papa León XIV, y el regreso a Valencia está previsto para el lunes 4 de agosto.