Un total de 7.250 estudiantes ciegos o con discapacidad visual grave de toda España afrontan estos días el comienzo del curso escolar. El 99% lo hace en centros de enseñanza ordinarios, en un modelo de educación inclusiva con el apoyo de los equipos de atención educativa de la ONCE. De esta forma, el alumnado sigue las mismas pautas que el resto de los compañeros sin discapacidad visual.
En este contexto, la adquisición de un código de lectoescritura es clave para garantizar el acceso al currículo y la participación activa del alumnado. En el caso de los estudiantes con ceguera o deficiencia visual grave, el braille se convierte en una herramienta imprescindible que les permite leer, escribir y aprender de forma autónoma. Este año, además, se celebra el 200 aniversario de la creación de este sistema, un hito que nos recuerda su vigencia y valor como puente hacia el conocimiento, la cultura y la igualdad de oportunidades. Promover su aprendizaje y uso en el entorno escolar es impulsar una educación inclusiva que reconoce las distintas formas de acceder al mundo escrito.
El braille es un código de lectoescritura que permite a las personas con discapacidad visual acceder a la información, expresarse de manera creativa, realizar actividades cotidianas de manera autónoma y, en definitiva, promueve su desarrollo personal y su participación social de forma activa a lo largo de toda la vida. El alumnado con ceguera total y parte del alumnado con deficiencia visual grave utiliza este código de manera habitual, tanto para tareas escolares como para actividades vinculadas al ocio y tiempo libre. Así, se convierte en indispensable para el adecuado desempeño escolar de este alumnado.

Alumno con bola del mundo adaptada
El aprendizaje del braille
Desde la ONCE son muchas las acciones y recursos que se ponen en marcha para que el alumnado pueda tener acceso al aprendizaje del braille y su uso.
En primer lugar, todos los libros de texto así como el resto de material impreso que se utiliza en el aula es transcrito a braille por el Servicio Bibliográfico de la ONCE (SBO). Además, si se requiere de mapas, representaciones gráficas o maquetas que ayuden a comprender algún contenido, éstas se elaboran en relieve o 3D. Asimismo, para facilitar la autonomía del alumnado con discapacidad visual y favorecer su participación, el centro educativo debe rotularse en braille al igual que se hace en tinta, con el fin que el alumno o alumna pueda desplazarse por el mismo de forma autónoma y reconocer sus dependencias o encontrar los recursos que necesite.
Para facilitar el aprendizaje del braille desde la primera infancia, la Córdoba ha diseñado un método específico denominado 'Braitico'. Se trata de un método global con múltiples materiales que aborda el aprendizaje del braille desde la perspectiva manipulativa sin renunciar a los primeros contactos con la tecnología. En sus cuatro módulos abarca desde las primeras interacciones del niño con su entorno a través del tacto hasta finalizar con la consolidación de la velocidad en lectura y escritura y la comprensión lectora.

Braille
Asimismo, el braille es utilizado también en dispositivos tecnológicos y en juegos accesibles a disposición del alumnado.
La presencia del braille en la vida del centro en el que se escolarice un alumno con estas características debe estar al mismo nivel que la utilización del código tinta. Además es conveniente que se lleven a cabo acciones de sensibilización y formación para que la comunidad educativa lo conozca y lo utilice en la medida de sus posibilidades, generando así entornos y actividades inclusivos.
Equipos de atención
Para ello son fundamentales los equipos específicos de atención educativa, que cuentan con maestros y maestras, tanto de la ONCE como de la Administración, que acuden a los centros para prestar su apoyo. Entre sus misiones están la de atender al alumnado en aspectos vinculados a su discapacidad visual o sordoceguera, acompañar a las familias o asesorar a los docentes proporcionándoles estrategias, herramientas y recursos que permitan al alumno o alumna seguir el currículo ordinario en igualdad de oportunidades. En la actualidad hay más de 400 de estos profesionales repartidos en todas las comunidades autónomas.
Además de los docentes, los equipos de atención educativa de la ONCE los forman psicólogos, trabajadores sociales, técnicos de rehabilitación, instructores de tiflotecnología y braille, profesionales de la animación sociocultural o mediadores para el alumnado con sordoceguera. Todos contribuyen al desarrollo integral y plena inclusión del alumnado desde un planteamiento multidisciplinar.
Etapas educativas
Durante este curso 2025/2026, los 7.250 alumnos y alumnas ciegos y con discapacidad visual, entre los que se incluye el alumnado con sordoceguera u otras discapacidades asociadas a la visual, se reparten, por nivel educativo, de la siguiente manera: 1.151 escolares en Educación Infantil; 1.469 en Educación Primaria; 1.137 en la Educación Secundaria Obligatoria; 283 en Bachillerato; 498 en los distintos grados de Formación Profesional; 796 en la Universidad; y 1.916 en otro tipo de enseñanzas.
Por comunidades autónomas, el censo se distribuye así: Andalucía, junto con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, 1.721 estudiantes; Aragón, 190; Principado de Asturias, 137; Islas Baleares, 141; Canarias, 239; Cantabria, 68; Castilla-La Mancha, 311; Castilla y León, 359; Cataluña, 1.172; Extremadura, 152; Galicia, 300; La Rioja, 36; Comunidad de Madrid, 1.144; Región de Murcia, 305; Comunidad Foral de Navarra, 102; País Vasco, 138; y Comunidad Valenciana, 735.