Investigadores de la UGR han desarrollado una herramienta que permite diferenciar los distintos tipos de aceite de girasol: convencional, medio oleico y alto oleico. Esta solución busca proteger al consumidor y asegurar la transparencia en toda la cadena de producción y distribución.
El equipo científico ha empleado una técnica innovadora llamada espectroscopia Raman con desplazamiento espacial (SORS, por sus siglas en inglés). En ella utilizan un equipo portátil que realiza mediciones en menos de dos minutos y sin necesidad de productos químicos, por lo que se trata de un proceso respetuoso con el medio ambiente. Esta línea de trabajo se enmarca dentro de la 'química analítica verde', una corriente dentro de la química que busca minimizar el impacto ambiental.
"Una vez analizadas las muestras, se ha aplicado la metodología de las huellas instrumentales (fingerprinting), habitual en la verificación de alimentos, ya que permite identificar características unívocas de cada muestra, al igual que ocurre con la huella dactilar en los humanos", explica Guillermo Jiménez Hernández, investigador principal de este trabajo y miembro del Departamento de Química Analítica de la UGR.

Los científicos de este proyecto también trabajan con técnicas avanzadas de análisis de datos como la quimiometría y el aprendizaje automático (machine learning), que reconocen patrones invisibles al ojo humano. Gracias a ello, logran diferenciar con claridad los tres tipos de aceite de girasol, obteniendo resultados satisfactorios.
El aceite de girasol alto oleico se ha convertido en una opción cada vez más popular para cocinar, freír o como ingrediente en cremas untables de cacao o en productos de panadería y repostería. Su valor nutricional superior frente a otros aceites vegetales (como palma o colza) se debe a su alta concentración en ácido oleico, lo que le confiere propiedades beneficiosas para la salud, similares a las proporcionadas por el aceite de oliva virgen. "Esta característica también eleva su precio, entonces, es necesario garantizar que el consumidor reciba exactamente lo que está comprando", señala el autor principal del estudio.
Esta investigación es novedosa y se alinea con problemáticas actuales como la reflejada en el Real Decreto 351/2025, de 30 de abril, en el Boletín Oficial del Estado (BOE), una nueva legislación nacional que regula y reconoce la existencia de estos tres tipos de girasol, en función de sus ácidos grasos. "El trabajo de la UGR, por lo tanto, se ha adelantado a la nueva normativa, ofreciendo una solución práctica, rápida y efectiva para cumplirla", detalla Guillermo Jiménez.
Según los autores del estudio, dicho avance supone un beneficio potencial para la industria alimentaria y los organismos oficiales de control, solución que repercute de forma positiva en el consumidor.