Un equipo científico internacional liderado por la Estación Biológica de Doñana-CSIC ha descubierto que el mosquito común 'Culex pipiens', principal transmisor de la malaria aviar, experimenta cambios en su microbiota (comunidad de bacterias que habita en su interior) cuando entra en contacto con los parásitos de esta enfermedad.
Estos cambios podrían influir en su capacidad para transmitir la malaria aviar, una enfermedad que afecta de manera crónica a las aves y reduce tanto su éxito reproductivo como su probabilidad de supervivencia, ha informado este viernes el Centro Superior de Investigaciones Sociológicas (CSIC) en un comunicado.
Los parásitos de la malaria aviar se transmiten entre aves a través de los mosquitos siguiendo un ciclo muy parecido al de la malaria humana, pero no representan ningún riesgo para la salud de las personas.
Por eso, según el CSIC, constituye un buen modelo de estudio para investigar la transmisión de este tipo de enfermedades en la naturaleza.
Comprender sus mecanismos de transmisión es además fundamental para avanzar en el conocimiento de las infecciones transmitidas por mosquitos y también para proteger la salud y la conservación de las aves silvestres.

El estudio ha contado con la participación de personal científico de la Universidad de Uppsala (Suecia) y el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), entre otras instituciones, en el contexto de la Acción Cost Europa Wimanet.
Cómo cambia la microbiota
Para estudiar estos cambios, el equipo analizó qué ocurre en la microbiota de los mosquitos después de alimentarse de aves infectadas con el parásito 'Plasmodium relictum', el más común que causa la malaria aviar.
Para ello, se utilizó una técnica genética que permite identificar las distintas bacterias presentes en los mosquitos.
Compararon la microbiota de los insectos que habían picado a aves infectadas con la de aquellos que se alimentaron de aves sanas.
Los resultados ofrecieron una imagen detallada de la comunidad bacteriana que habita en estos insectos, y mostraron que la microbiota de 'Culex pipiens' está dominada por determinadas bacterias.
Aunque no se observaron grandes diferencias en la cantidad total de especies bacterianas entre unos y otros mosquitos, sí se detectó una mayor abundancia de bacterias de un tipo de familias en las que se habían alimentado de aves infectadas.
Según Marta Garrigós, primera autora del estudio e investigadora predoctoral en la Estación Biológica de Doñana, estos cambios podrían tener consecuencias en la biología de los mosquitos.
"La microbiota de los mosquitos que se alimentaron de aves infectadas parecen tener un metabolismo más activo de algunos nutrientes, lo que podría influir en la fisiología del mosquito", ha explicado.
A partir de estos hallazgos, el equipo destaca la importancia de estudiar más a fondo la relación entre las bacterias del mosquito y los parásitos que transmiten.
Este trabajo también es importante desde un punto de vista ecológico ya que los parásitos de la malaria aviar tienen efectos negativos en muchas especies de aves, por lo que entender cómo se transmiten tienen implicaciones relevantes, no solo en el contexto de la salud humana, sino también en la conservación de la fauna silvestre.





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