Un estudio coordinado por personal investigador de la UAB y de la Universidad del Ruhr en Bochum, Alemania, muestra por primera vez las señales electrofisiológicas del cerebro humano asociadas a la memoria y a la extinción de recuerdos de miedo, es decir, al olvido de experiencias negativas o desagradables. La investigación, publicada en Nature Human Behavior, abre las puertas a terapias más eficaces en pacientes con estrés postraumático o trastornos de ansiedad.
El olvido de los recuerdos relacionados con la respuesta al miedo tras experiencias desagradables es muy importante para nuestra adaptación, ya que permite inhibir respuestas que podrían conducir a problemas psiquiátricos como la ansiedad o la depresión. Las teorías más recientes proponen que la eliminación de estos recuerdos tiene lugar por la producción de nuevos recuerdos, muy dependientes del contexto, que suprimen la respuesta inicial al miedo. Experimentos electrofisiológicos con ratones apoyan esta teoría, y muestran una relación entre determinadas oscilaciones de las señales registradas en las regiones cerebrales de la amígdala y del hipocampo con el aprendizaje y la extinción de recuerdos de respuesta al miedo. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido confirmar esta relación en el cerebro humano.
En un artículo reciente publicado en Nature Human Behavior, personal investigador de la Universitat Autònoma de Barcelona y de la Universidad del Ruhr en Bochum (Alemania) describen por primera vez las señales electrofisiológicas asociadas al olvido de recuerdos de experiencias aversivas en humanos.

El equipo investigador ha utilizado una técnica reciente para estudiar las características de la memoria humana llamada análisis de similitud representacional (RSA, por su sigla en inglés), que proporciona información sobre cómo las regiones cerebrales representan la información. "La técnica permite alcanzar una comprensión más detallada y mecanicista de las memorias episódicas, y superar los enfoques tradicionales basados únicamente en la activación cerebral", explica el investigador del Departamento de Psicología Básica, Evolutiva y de la Educación de la UAB Daniel Pacheco-Estefan, primer autor del artículo.
El estudio ofrece una caracterización detallada de las representaciones neuronales implicadas en la formación y extinción de recuerdos asociativos. Para ello, los investigadores utilizaron un diseño experimental novedoso que incluyó múltiples señales y contextos en cada fase del experimento (adquisición del recuerdo, extinción del recuerdo y prueba), lo que permitió estudiar las representaciones subyacentes al condicionamiento clásico en humanos y validar, por primera vez, algunas hipótesis derivadas de estudios en modelos animales. Para el estudio contaron con la participación de 49 pacientes epilépticos que ya tenían implantados —para el tratamiento de la enfermedad— electrodos en el área cerebral relacionada con los recuerdos de miedo y la extinción de estos recuerdos. A los pacientes se les mostraban diferentes imágenes neutras (un secador de pelo, un ventilador y una tostadora), asociando algunas de ellas a un estímulo desagradable (un sonido), mientras se registraba la actividad cerebral. Más adelante, se repetía el procedimiento, pero esta vez sin asociar las imágenes con el estímulo desagradable, con el fin de provocar la extinción del recuerdo aversivo.
Entre los hallazgos principales, el equipo observó un aumento de la actividad theta —un tipo de señal oscilatoria emitida por la actividad eléctrica del cerebro— en la amígdala —una estructura clave en la codificación de estados emocionales— cuando se presentaban estímulos desagradables (y no condicionados), lo que sugiere una señal de seguridad. Además, detectaron una mayor similitud representacional entre diferentes presentaciones de los estímulos que habían sido castigados durante la extinción, es decir, aquellos que habían sido asociados con sonidos desagradables. "Este resultado concuerda con investigaciones previas que han identificado un rasgo representacional generalizado para los recuerdos desagradables, que favorece su reaparición como intrusiones involuntarias y descontextualizadas en sujetos que han vivido experiencias traumáticas", destaca Daniel Pacheco-Estefan.
Asimismo, el estudio demuestra que la extinción de recuerdos depende en gran medida del contexto en el que se produce. La recuperación de los recuerdos de miedo resulta más probable que la de los recuerdos de seguridad cuando las representaciones de los contextos de extinción son más pronunciadas y específicas durante la extinción. Para Pacheco-Estefan, "este hallazgo tiene implicaciones relevantes para comprender por qué vuelven los recuerdos de miedo que ya se han extinguido, una vez los pacientes están fuera del contexto terapéutico". "Parece que los recuerdos de extinción se almacenan como recuerdos de episodios únicos: para el paciente, la situación segura puede considerarse como una excepción que es poco probable que se repita" añade Nikolai Axmacher, investigador de la Universidad del Rur y coordinador del trabajo.
En conjunto, estos resultados pioneros abren nuevas vías para investigar los mecanismos fundamentales de la memoria humana episódica y autobiográfica, y "podrían inspirar el desarrollo de intervenciones terapéuticas más eficaces en pacientes con estrés postraumático o trastornos de ansiedad", concluye el investigador de la UAB.