Es llegar el verano y ya está en mente de muchas personas las temidas olas de calor. Cuando el termómetro se dispara durante el mes de julio el tema de conversación es recurrente, la incomodidad, el sudor pegajoso y las noches sin dormir fruto del sofocante calor.
A pesar de que estos temas de conversación son tan habituales que ya están normalizados, lo cierto es que el calor extremo teje una serie de impactos mucho más peligrosos que afectan tanto a la salud de las personas como a las infraestructuras o los animales. Conocer todos estos hechos es importante para saber mejor cómo pueden afectar las olas de calor.
El impacto del calor extremo en la salud
El impacto sobre la salud es una de las mayores preocupaciones cuando se habla de una ola de calor. El cuerpo humano es una máquina que se puede adaptar a diferentes condiciones climatológicas, pero, obviamente, tiene un límite.
El calor extremo puede afectar al cuerpo con la deshidratación. Es muy importante beber algo más de agua durante los días calurosos para estar hidratado y evitar fatiga, mareos, dolores de cabeza y otros problemas como pueden ser los calambres musculares.

De no cuidar estos aspectos como la hidratación el principal riesgo que puede suceder son los temidos golpes de calor. Esto ocurre cuando la temperatura corporal supera los 40º y el sistema de termorregulación del propio cuerpo colapsa.
Aquí los síntomas sufridos son peores y varían desde la confusión y las convulsiones hasta la piel caliente o pérdida de la conciencia. En el peor de los casos los golpes de calor pueden afectar a órganos vitales en el cuerpo e incluso pueden provocar la muerte. El principal problema de los golpes de calor es que son como una especie de asesino silencioso, es decir, no se suele tomar lo suficientemente en serio hasta que sucede y es demasiado tarde.
Las infraestructuras también sufren las olas de calor
El calor desmesurado no solo es peligroso para el cuerpo humano, sino que también lo puede ser para las infraestructuras.
Que haya mucho calor, implica, entre otras cosas, un aumento energético debido al uso en exceso de aparatos de refrigeración. El aire acondicionado se convierte en uno de los aparatos eléctricos más utilizados en el verano y su uso en los picos de demanda puede llegar a provocar sobrecargas y, en el peor de los casos, cortes de energía.
Los apagones pueden suponer un grave riesgo para la salud pública, sobre todo cuando se dan en lugares como hospitales o lo sufren personas vulnerables que no tienen acceso a refrigeración.
Las carreteras también pueden verse afectadas. Tanto el asfalto de las carreteras como las vías del tren son susceptibles al calor, provocando que el asfalto se pueda ablandar y haya una mayor facilidad a la hora de crearse brechas o grietas. Estos problemas pueden acabar requiriendo de cierta inversión económica debido a las costosas reparaciones. En el caso de los trenes, la dilatación de las vías puede obligar a reducir la velocidad de los mismos.
Finalmente, también hay un impacto en la escasez y calidad del agua. Las regiones más áridas pueden sufrir la escasez de estos recursos hídricos y, además, las altas temperaturas pueden hacer proliferar ciertas algas nocivas o bacterias afectando a la calidad del agua potable.
Concienciación sobre el calor
Todos estos problemas no solo nos afectan a todos por igual, sino también a muchos animales. La vida silvestre se ve afectada debido a que los ecosistemas se pueden alterar por las altas temperaturas.
Además de esto, también pueden surgir otros problemas como la proliferación de incendios forestales. Estos son mucho más frecuentes durante las olas de calor y son capaces de devastar ecosistemas enteros provocando la liberación de toneladas de carbono a la atmósfera.
En definitiva, cuando lleguen estas olas de calor es importante protegerse bien y seguir los consejos del médico. Evitar las horas del día en las que hace más calor, ventilar la casa y estar hidratado son medidas que ayudarán a hacer el calor mucho más llevadero.