Tras corrientes estéticas como el lujo silencioso, los relojes retoman su protagonismo en moda a través de dos caminos opuestos y complementarios: las formas experimentales, que entienden el reloj como un objeto artístico, y las siluetas clásicas, que reivindican la permanencia del diseño tradicional.
El resultado es una escena diversa, donde conviven piezas de inspiración surrealista con modelos que buscan la sobriedad y la armonía formal. En ambos casos, el reloj se consolida como un símbolo de identidad, más allá de su función práctica o de su valor como accesorio.
Formas disruptivas e inspiradas en el arte
Se han convertido en un imprescindible en Instagram gracias a modelos que rescatan el emblemático reloj derretido de Dalí, para materializarlo en un diseño de aire deportivo y en varios colores. Laarvee propone un enfoque que rompe con los códigos convencionales.
Su filosofía parte de una premisa clara: el reloj no solo debe marcar las horas, sino despertar emociones. "Nos alejamos deliberadamente del diseño clásico porque nuestra misión es crear arte ponible, no simples instrumentos para medir el tiempo", explican a EFE desde la marca.
Su estética está influida por el surrealismo y estas formas líquidas de Salvador Dalí, combina con las perspectivas distorsionadas de Helmut Newton. En lugar de seguir la estructura plana y simétrica tradicional, Laarvee crea esferas que parecen deformarse o retorcerse, como si el tiempo se plegara sobre sí mismo.

Diseños pensados como una joya están en auge. (EFE)
La marca denomina este concepto "esfera retorcida", una reinterpretación escultórica que busca generar movimiento visual incluso en reposo. Lo hacen a través de materiales como el polímero reforzado con fibra de carbono, procedente de la ingeniería automovilística, que permite piezas ligeras y resistentes.
Además, colabora con artistas contemporáneos para producir ediciones limitadas que difuminan la frontera entre diseño industrial y arte conceptual. Para la firma, este tipo de propuestas reflejan un cambio de mentalidad en el público más joven.
"El interés por los relojes de diseño no responde a una moda pasajera, sino a un cambio en los valores del consumidor. Las nuevas generaciones no se definen por logotipos o símbolos de estatus, sino por objetos que expresen autenticidad y creatividad", señalan.
El reloj, en este caso, deja de ser un accesorio de lujo y se convierte en una declaración de principios: una forma de entender el tiempo y el arte como experiencias personales.
El peso de la tradición: el retorno de la forma clásica
En paralelo a la experimentación formal, otras firmas reivindican la elegancia tradicional. Frente a la deformación o el exceso visual, se impone una mirada más contenida, que combina diseño y artesanía.
Marcas como Philipp Plein o Versace, con trayectorias muy diferentes, reinterpretan los códigos de la relojería clásica con un lenguaje contemporáneo, sin renunciar al simbolismo ni al carácter.
Philipp Plein recupera su modelo Snake Hexagon, inspirado en la geometría del hexágono y en la simbología de la serpiente. La pieza, concebida inicialmente como un reloj joya, combina acero inoxidable con cristales en corte baguette y una estructura que da tres vueltas a la muñeca en forma de brazalete.
Más allá de su estética llamativa, el modelo propone una lectura del lujo vinculada al detalle y al diseño estructural. Su silueta envolvente, heredera de los relojes-pulsera de los años ochenta, busca equilibrio entre la ornamentación y la funcionalidad.
El reloj se sitúa en el límite entre accesorio y joya, manteniendo un discurso propio dentro de la relojería femenina actual: el de una elegancia expresiva, pero no necesariamente exuberante.
Versace continúa explorando la herencia clásica desde un punto de vista simbólico, parte de su sello en sus diferentes creaciones, tanto sobre las pasarelas como en su línea de relojes, más comercial.
En el modelo Greca Logo Pearl, la firma italiana introduce su iconografía habitual —la Medusa y el motivo Greca— en una esfera de madreperla. El diseño apuesta por la claridad formal y la proporción, dos cualidades que definen la relojería tradicional.
Aunque el mensaje de la colección gira en torno a la autenticidad y la libertad, el resultado mantiene una línea estética cercana a la relojería de herencia: materiales nobles, simetría y detalles reconocibles. Versace se mantiene fiel a su ADN, pero sin renunciar a los códigos contemporáneos de la feminidad.
Dos corrientes complementarias
La relojería actual parece dividirse entre quienes buscan reinventar el objeto y quienes prefieren depurarlo. Sin embargo, ambas corrientes responden a una misma necesidad: dotar al reloj de sentido en una era dominada por la tecnología y la inmediatez.
Esta diversidad de estilos refleja el momento cultural actual, marcado por la convivencia de lo experimental y lo esencial. Frente a la uniformidad de los dispositivos inteligentes, los relojes mecánicos o analógicos recuperan su valor simbólico.
El reloj como lenguaje cultural
Más allá de la función o del diseño, los relojes de 2025 ponen de relieve una cuestión central: cómo la estética refleja nuestra manera de entender el tiempo. Ambos discursos conviven y dialogan. Uno mira hacia el arte y la experimentación; el otro, hacia la historia y la tradición.
En conjunto, trazan un retrato fiel del presente: una época en la que el diseño busca equilibrar innovación y memoria a través de la moda, que dibuja un nuevo escenario en el que ambos mundos conviven.