—¡'Es que' a ti todo te parece tan fácil! Pero 'es que' no lo es. La gente precavida es la que no se apresura, es la que vale por dos y 'si hubieses' observado, no te equivocarías tanto. 'Es que' es muy importante, lo dice 'todo el mundo'.
—'Es que' eres un exagerado. Mejor no hablo más contigo, eres incorregible. 'Si hubieras' escuchado lo que he dicho sabrías que no se puede hacer. ¡'Es que' no entiendes nada!
Son ejemplos de recriminaciones vulgares en cualquier esquina de la ciudad. Mejor me abstraigo, camino entre la gente, pienso mientras existo y trato de destacarme. Me gusta esta palabra... hace mucho que no la disfrutaba de forma tan mística, quizá desde hace años, cuando alguien me nombró destacado en un medio informativo. Recuerdos para renovarse, evocación de un viejo gacetillero para beber de la sabiduría y de la experiencia en mi huida hacia adelante contra el chirriar de los condicionales evasivos y de los ‘es que’ de seres inseguros, justamente quienes pretenden convencerte de que gozan del alto privilegio de la confianza en sí mismos.