Empieza a hacer frío en Europa y las aves migran hacia África en busca de temperaturas más cálidas. No todas cruzan por el Estrecho de Gibraltar, pues está demostrado que muchas especies utilizan el eje Cabo de Gata (Almería)-Cabo Tres Forcas aunque ello implique sobrevolar muchas millas sobre el mar.
Ahí es donde Melilla, con su nueva Laguna de las Aves, juega un papel fundamental. Un auténtico oasis para miles de pequeños pájaros en su migración que, unido al carrizal que recorre el Río de Oro, han convertido a la ciudad autónoma en un punto de biodiversidad muy importante, con el único humedal en muchos kilómetros a la redonda, incluyendo Marruecos.
En una entrevista con EFE, Manuel Tapia, responsable de la asociación Guelaya-Ecologistas en Acción, reconoce que ellos mismos son los primeros sorprendidos después de que SEO Birdlife descubriera en el carrizal aves que fueron anilladas en Dinamarca o Bélgica y que han elegido Melilla para descansar en su travesía.
Algunas, incluso, han empezado a criar gracias a la enea que aflora en la zona, que tres especies, la focha común, la gallineta y el zampullín común, están utilizando como refugio para anidar durante gran parte del año aprovechando que las condiciones son muy estables.

Mar Chica
A ellas se unen otras como la garceta o el ibis europeo o morito común, que requieren otros espacios más abiertos y que también están acudiendo a la Laguna de las Aves al encontrar en ella un humedal consolidado junto al carrizal, que están cumpliendo su misión en la renaturalización del cauce ansiada por los ecologistas.
Una propuesta ecologista, origen de la laguna
Como explica Manuel Tapia, esta laguna, creada hace muy pocos años, fue una propuesta del cofundador de Ecologistas en Acción Santiago Martín Barajas a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) en el proyecto de renaturalización del río. La idea era cambiar su encajonamiento en cemento, muy peligroso en las crecidas, por la imitación de un meandro natural.
Así es cómo en el inicio del recorrido fluvial en Melilla, junto a la Cañada de Hidum, el barrio más empobrecido de la ciudad, se excavó 14 metros hacia abajo en el cauce, logrando una balsa de inundación que ya en 2020 demostró su eficacia absorbiendo parte del agua, quitando caudal y velocidad al agua, que no alcanzó la parte urbana.
Al mismo tiempo, la gran profundidad excavada permitió que el agua subterránea aflorara, formando un humedal donde hoy viven, crían y se refugian cientos de pájaros, además de otras especies animales y vegetales, como es el caso del galápago leproso, que llegó con la riada y se ha quedado.
Una delicia para los ecologistas melillenses, que en una región tan seca han conseguido algo más que una zona de paso: fomentar la biodiversidad y disfrutar de su observación sin molestar a las aves, gracias a que la laguna, por la altura, permite mantener la distancia.
Vislumbrando un gran futuro
Todo ventajas para la faceta de educación ambiental que también persigue esta iniciativa, con la que Guelaya ha llevado a cabo plantaciones de especies mediterráneas y autóctonas en las faldas de la laguna que, a pesar de la presión ganadera que están sufriendo, dentro de un tiempo se convertirán en una vegetación con cierta entidad que también atraerá a otras especies de aves y pequeños mamíferos.
En concreto, los ecologistas melillenses vislumbran un gran futuro a medio y largo plazo en esta zona gracias a la Laguna de las Aves, con la aparición de fauna terrestre que, al igual que la palustre, se beneficia del agua porque tienen donde acudir a cazar más presas.
Será entonces, cuando las laderas estén bien pobladas de vegetación, cuando el ecosistema palustre y el mediterráneo se junten y la Laguna de las Aves se convierta en un ecotono, "lo que favorece que haya mucha más fauna, mucha más vida y más biodiversidad que en cualquier otro sitio", explica Manuel Tapia.
Viendo el éxito, Guelaya aspira a que la experiencia se repita "dos o tres veces más en otros sitios" de Melilla, donde hay espacio para albergar más lagunas de inundación.
Además, pide que se apueste por instalar más peines de acero en la entrada del Río de Oro a Melilla, que tan buenos resultados están dando para frenar la llegada de residuos sólidos al cauce y que tan problemáticos son en las crecidas; y que la renaturalización del cauce también se aplique al tramo urbano y llegue hasta la desembocadura.
De ahí que los ecologistas melillenses esperen más de la Laguna de las Aves, que ya en sus primeros pasos está consiguiendo "una recuperación de la naturaleza sorprendente" y haciendo bueno el dicho de "donde hay agua, hay vida".





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