Desde que el misionero David Martínez presentó en Valencia, en 2024, un proyecto de construcción de aularios en el Seminario Redemptoris Mater en Costa de Marfil, donde ejerce su misión desde 2010, las ayudas -entre ellas muchas aportaciones valencianas- no han dejado de sucederse.
Actualmente ya están los cimientos, muros, varias plantas levantadas y se han construido tres aulas - dos de ellas de informática- en un nuevo edificio ubicado en el mismo complejo donde se encuentra el Seminario y la parroquia, en la ciudad de Abidjan, en Yopougon, un distrito pobre "donde el acceso a la educación es muy difícil", apunta.
La idea surgió para "evitar que los seminaristas tengan que desplazarse dos horas de ida y otras dos de vuelta cada día para recibir clases". Por eso, se puso en marcha este proyecto para construir aularios, un espacio que servirá también para dar catequesis, talleres y formación".
Según el misionero, "muchas veces cuando entro al seminario por la noche -de vuelta de las parroquias- me encuentro a chicos que están debajo de las farolas de la calle con los libros abiertos, por eso, tener un lugar adaptado para poder encontrarse, para poder hablar, estudiar - al servicio de los jóvenes- es muy necesario. Seguramente será un lugar de evangelización".
Gracias a las ayudas valencianas con estas aulas "lograremos una mejor formación para los seminaristas que, en el futuro, serán misioneros en Costa de Marfil, otros países de África y en todo el mundo", expresa.
"Allí los estudios son muy caros, por eso, también el hecho de ir a la escuela o a la universidad se vive de una forma más seria, con mayor compromiso, los chicos se esfuerzan muchísimo porque saben lo que hay detrás". "Lo que nosotros consideramos normalidad, tener luz, internet, ir a la escuela o tener agua, allí no sucede".
Segunda fase de obras
El proyecto continúa a muy buen ritmo e iniciará próximamente una segunda fase de obras - y se necesitan ayudas para trabajos de fontanería, electricidad, pavimento y muebles. Además, "vamos a aumentar un piso más para habilitar una biblioteca, un centro de estudios donde poder estudiar también los misioneros y un lugar de encuentro entre cultura africana y cultura europea", añade.

Por eso, David Martínez hace un nuevo llamamiento a la solidaridad de las parroquias y personas particulares de la diócesis de Valencia para colaborar, a través de la Fundación Ad Gentes del Arzobispado.
El misionero está muy vinculado a la diócesis de Valencia donde cursó estudios y en su estancia en Valencia ha sido acogido por la parroquia Santiago Apóstol de los Cooperadores de la Verdad.
Laboratorio de vocaciones: 40 seminaristas cursan sus estudios
El Seminario Redemptoris Mater acoge actualmente a 40 seminaristas. "Podemos decir que es un laboratorio de vocaciones de muchos jóvenes a partir de los 18 años pero también tenemos vocaciones tardías", asegura.
Entre los seminaristas figura un italiano de 59 años "que ya había hecho toda su formación religiosa y que había hecho una pausa en su vocación". "Es bellísimo también tener vocaciones tardías, perdonas que han hecho su carrera y se plantean ser sacerdote porque ayuda a los jóvenes: convivir con personas más adultas hace subir el nivel de disciplina, de compromiso, y de seriedad y, de otro lado, tener a jóvenes da alegría, movimiento".
Costa de Marfil, lugar de convivencia
Costa de Marfil es un país con población musulmana en un 50% y cristiana en el 50% restante, y "no hay divisiones entre comunidades, la convivencia es muy buena, de plena colaboración".
Dentro de su tarea de evangelización, David Martínez también se encarga de buscar ayudas para seguir adelante. Vista comercios, supermercados y empresas porque "vivimos de la caridad", asegura. En estos establecimientos "están al frente directivos y personas musulmanas que nos ayudan y me dicen: padre, bienvenido, te estábamos esperando!".
Testimonio de David Martínez
Su historia es particular: su Seminario de origen es el de Finlandia, donde finalizó sus estudios en 2008, y realizó los dos primeros años de misión en Estonia y el tercero en Costa de Marfil, "el mismo año en el que iba a abrir sus puertas el Seminario Redemptoris Mater, y mi rector me propuso quedarme", comenta el sacerdote.
En 2010, su primer año en Costa de Marfil, el país vivió una guerra por temas políticos "pero en todo momento tuve claro que mi destino era quedarme a pesar de la guerra, la pobreza y la necesidad de aprender una lengua y cultura.
"Fue la primera vez en mi vida que escuché disparos de metralletas y el sonido de sus balas perdidas que, al volver a caer, impactan en cualquier sitio y atraviesan coches y edificios porque las construcciones son más frágiles", relata el sacerdote.
"La situación era de incertidumbre y preocupación por las familias que conocíamos pero, gracias a Dios, no pasó nada. Muchos escaparon del país pero los misioneros nos quedamos: había otra misión más urgente que la de salvar tu vida", indica David, que añade que las iglesias católicas "se convirtieron en embajadas, eran zonas neutrales en las que ni los militares ni los guerrilleros entraban". Fue un tiempo duro pero también bonito, intenso y de mucha intimidad con el Señor.
"Vuestro corazón valenciano ha construido un puente de amistad que llega hasta Costa de Marfil, os pido que esta llama de generosidad valenciana, ilumine y levante las paredes del futuro para estos jóvenes", añade.