En abril, el gobierno de Estados Unidos anunció la implementación de los reciprocal tariffs, un nuevo esquema de aranceles para las importaciones de ese país. El informe del IIEP-UBA advierte que, aunque el 60% de las exportaciones argentinas a Estados Unidos quedarían exceptuadas de esta medida, el 40% restante sí estaría alcanzado. De concretarse la aplicación del arancel base del 10%, las exportaciones nacionales sufrirían una caída estimada en 193 millones de dólares. Sin embargo, si Argentina logra ser excluida del pago de este impuesto, las ventas al mercado estadounidense podrían incrementarse en 265 millones de dólares. La diferencia entre ambos escenarios representa una ganancia potencial de 457 millones de dólares para la economía argentina.
Los reciprocal tariffs establecen un impuesto base del 10% para casi todas las importaciones que ingresan al mercado estadounidense. Esta medida incluye, además, un arancel adicional para aquellos países con los que mantiene déficit comercial. Aunque la aplicación de este recargo adicional fue suspendida por 90 días, el próximo 9 de julio se definirá si la medida se implementa plenamente o si vuelve a postergarse. En este contexto, se abren nuevas instancias de negociación, y Argentina aparece como uno de los países con mayores chances de lograr un acuerdo favorable.

Ante estos cambios en las condiciones del comercio con EE.UU., el estudio se propone analizar dos preguntas fundamentales: en primer lugar, ¿cuál es el posible impacto de estos aranceles sobre las exportaciones argentinas a dicho país? En segundo lugar, ¿cuál sería el potencial impacto de una negociación en la cual Argentina quedara exenta de los aranceles propuestos?
La administración estadounidense presentó esta política como una respuesta a lo que considera prácticas comerciales desleales por parte de otros países, como aranceles elevados, trabas no arancelarias o manipulación de sus monedas. No obstante, la forma concreta de aplicación se basó en una fórmula que asigna a cada país un arancel proporcional al déficit comercial bilateral que mantiene con Estados Unidos, con un piso mínimo del 10% para todos, incluso para aquellos países con superávit o déficit reducido, como es el caso de Argentina y varios países de América Latina. Además, el arancel se aplica de manera uniforme a todos los productos de cada país, con algunas excepciones puntuales.
El informe señala que el efecto de los aranceles no será igual para todos los productos. Por un lado, no habrá impacto en los sectores que ya están exceptuados, ni en las exportaciones de commodities, que se comercializan en mercados internacionales bien establecidos, con precios globales y una alta capacidad de sustitución entre países. El impacto se concentraría en aquellos productos que requieren vínculos comerciales más específicos, como acuerdos de largo plazo, certificaciones técnicas o posicionamiento de marca. Es en este grupo donde las medidas de Estados Unidos podrían tener un efecto más claro en las exportaciones argentinas.
El informe también analiza el potencial impacto de los aranceles a las exportaciones argentinas en dos escenarios: uno en el que Argentina no acuerda, en cuyo caso se mantiene el arancel extra del 10% impuesto por la nueva política comercial; y otro en el que se concreta dicho acuerdo y el país queda exento de este sobrearancel.
A partir de esta comparación, concluye que alcanzar un acuerdo que exceptúe a la Argentina del nuevo esquema de aranceles representaría un beneficio potencial para impulsar las exportaciones y evitar una pérdida significativa de ingresos para la economía nacional, aunque dicho beneficio dependerá de las condiciones que se establezcan en la negociación. La comparación entre ambos escenarios muestra que el resultado de las negociaciones no sólo tendrá impacto en el corto plazo, sino que podría definir la posición de Argentina en el mercado estadounidense en los próximos años.