ALGO HA cambiado. 1.245.000 ciudadanos demuestran con su voto en las elecciones europeas que han sintonizado con los grupos del 15M. La victoria del partido Podemos es magnífica, inesperada y práctica. También moral, demostrando que el pueblo no está dispuesto a permitir más molicie política. Se ha constatado que la sensibilidad social rezuma brío y aumenta. Desde la aparición de estos movimientos de agitación cívica, se apreciaba una desventaja: la acracia, la falta de responsables individuales. Ahora esa característica se ha evaporado, ya podemos ponerle cara a estos movimientos, gran revelación política. Pablo Iglesias, obviando sus tintes mesiánicos, es el líder del momento. A pesar de que el sistema garantiza que casi todo el poder decisorio se lo lleven los dos partidos que ganan, estos resultados han supuesto un batacazo para el bipartidismo. PP y PSOE apenas alcanzan la mitad de los escaños, mientras el resto (IU, Podemos, UPyD, CEU, EPDD, C's) cuentan juntos casi con similar bagaje de votos. Es una victoria pírrica para los grandes, amparados en la ley de D'Hondt, fórmula que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas en proporción a los votos conseguidos, pero seguramente injusta a veces. En todo caso, lo que cabe destacar es la victoria práctica de este nuevo partido y el considerable aumento de las opciones más minoritarias. Son partidos sin las manos atadas, sin esos problemas de la socialdemocracia en el cual las prácticas de gobierno no responden a las expectativas e ilusiones del electorado. Partidos como Podemos o Ciudadanos, por ejemplo, han nacido en el fragor de la democracia, son entusiastas, personas que no conocen la dictadura, que han nacido en la democracia y su generación se fragua en los movimientos sociales más en boga; y con otra peculiaridad: pululan y ululan gracias a las redes sociales de Internet, son parte importante de las mismas, en una labor ingente de ejército de hormigas capaces de afrontar el cambio sistémico.
Juan Carlos YAGO |
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