Científicas del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la UGR (CIMCYC) han participado en un estudio internacional que relaciona la edad gestacional de los bebés con la capacidad para cambiar el foco de atención de un objeto a otro durante la primera infancia.
Las investigadoras han comprobado que las niñas y niños con menor edad gestacional al nacer (más prematuros) muestran mayor lentitud y variabilidad al cambiar su atención, mientras que la población nacida a término presenta un rendimiento más predecible y consistente.
En el estudio se ha utilizado una tarea llamada 'Gap-Overlap', que mide la capacidad de desenganche de la atención. "Imagina que estás en una clase de arte, concentrada en dibujar un autorretrato en tu tablet, y de repente la profesora te pide que mires hacia la pizarra para explicar una nueva técnica. El desenganche es ese proceso de dejar de prestar atención a tu dibujo, en este ejemplo, para enfocarte en la pizarra", explica la investigadora del CIMCYC María Rosario Rueda, autora de este trabajo.

En la condición 'gap', la tablet (y por tanto el dibujo) se apaga cuando la profesora llama la atención a la pizarra, mientras que en la condición 'overlap' el dibujo y la pizarra están encendidos, hay superposición de ambos estímulos. Por lo tanto, es un proceso que permite controlar la atención y que comienza a desarrollarse a edades muy tempranas.
Características de la investigación
En el estudio publicado han participado 35 niñas y niños de 16 meses, incluyendo tanto bebés nacidos a término como prematuros. Las investigadoras han medido la rapidez con la que la población infantil cambia su atención del estímulo central previamente presentado (una imagen animada) al estímulo periférico que aparece posteriormente en dos condiciones: una donde el estímulo central desaparece antes de que aparezca el periférico (condición 'gap') y otra donde ambos estímulos están presentes al mismo tiempo (condición 'overlap').
Los resultados indican que el cambio de atención por parte de los bebés se produce más rápido en la condición de 'gap' que en la de 'overlap', replicando el efecto conocido.

"Dichas conclusiones nos llevan a plantear que la edad gestacional puede influir en la capacidad de niñas y niños para desenganchar su atención. Así, parece que la población más prematura es la que presenta más dificultades para dejar de mirar un estímulo central y cambiar su atención a otro diferente", detalla la investigadora del CIMCYC María Ángeles Ballesteros Duperon, también firmante de este trabajo.
Implicaciones y tratamientos
El proceso de desenganche es fundamental para el desarrollo de la atención porque contribuye a la flexibilidad cognitiva y al control de la atención, pudiendo dar lugar al establecimiento del aprendizaje y la regulación emocional. Desarrollar esta habilidad desde una edad temprana tiene un impacto positivo en diversas áreas del crecimiento cognitivo y emocional, preparando a la primera infancia para enfrentar los desafíos del aprendizaje y la vida diaria.
Los resultados obtenidos pueden ser cruciales para el diseño de intervenciones tempranas. Identificar a niñas y niños que tienen dificultades con el desvío de la atención ayudará a profesionales de la salud a crear programas específicos para mejorar estas habilidades.
"Esto es especialmente importante en prematuridad, ya que dicha población puede estar en mayor riesgo de enfrentar desafíos cognitivos a largo plazo. Al proporcionar apoyo adicional desde una edad temprana, se puede mejorar la capacidad de atención y, en última instancia, el rendimiento académico y desarrollo cognitivo general", detalla Sebastián Moyano, otro de los investigadores de este estudio.
En resumen, la investigación subraya la importancia de considerar la edad gestacional en los avances científicos sobre el desarrollo de la atención, y destaca la necesidad de intervenciones tempranas para apoyar a niñas y niños prematuros en su desarrollo cognitivo.