El director general de Cultura de La Rioja, Roberto Iturriaga, ha participado hoy, día 24, en la inauguración del retablo de la ermita de Santiago de Viniegra de Abajo, tras las obras de restauración que han permitido recuperar su integridad estructural y estética, respetando sus características originales, así como su valor histórico.
Esta actuación, que ha sido financiada por el Gobierno de La Rioja con un importe de 21.215,46 euros, está dotada de un presupuesto total de 30.689,23 euros. La inversión de la Administración autonómica se enmarca dentro de la convocatoria de subvenciones destinadas a entidades locales para la restauración de ermitas, iglesias, retablos y demás elementos singulares.
El proyecto ha comprendido la consolidación del soporte del retablo con inyección de resina, la fijación de capa pictórica, extracciones de elementos añadidos, limpieza de policromía, restitución de faltas de las capas de preparación y reintegración cromática con pigmentos y elementos dorados. Asimismo, se ha aplicado un revoco con un mortero de cal transpirable en el muro de soporte.
Esta intervención, impulsada por el Ayuntamiento de Viniegra y por la arquitecta local Ana Giménez Tré ha sido efectuada por los restauradores Nuria Esteso y Celia Cabezón, así como por la historiadora Myriam Pérez, con la colaboración de la carpintería Renovatio Restauracion.

Las obras fueron motivadas debido al grave deterioro de la policromía, que se había perdido en numerosas áreas debido a los efectos de la humedad. De igual modo, en varios sectores, esta pérdida de las capas pictóricas había dejado al descubierto la madera subyacente, mientras que en otras zonas era visible la capa de preparación de color blanco.
Además, se habían observado una gran cantidad de lagunas y zonas con un alto riesgo de desprendimiento, donde la capa pictórica se encontraba hueca y extremadamente frágil. Este estado de deterioro no solo comprometía la integridad estética del retablo, sino que también ponía en riesgo su estabilidad estructural.
Asimismo, el soporte del retablo, construido principalmente en madera de pino, presentaba un estado de conservación gravemente deteriorado. Así, en la parte inferior, la madera exhibía un estado deplorable como resultado de intensos ataques de xilófagos, principalmente evidenciados por la presencia de orificios de salida y galerías al descubierto, indicativos de carcoma común.
La talla, de estilo rococó (segunda mitad del siglo XVIII), está compuesta por banco, un cuerpo de tres calles y remate. La hornacina central está reservada para la imagen de Santiago Apóstol, coetánea al retablo, que se baja al pueblo en vísperas del 25 de julio y que es trasladada a la ermita en ciertos periodos del año.
Está realizado con dorados al agua con base de bol y policromía al temple, imitando marmoleados en tonos azulados y anaranjados, y dispone de rocallas por todo el conjunto a modo de marcos decorativos.
Por su parte, la ermita, de estilo barroco del siglo XVIII, es una construcción de sillarejo con estribos de sillería de una nave de cuatro tramos, incluida cabecera rectangular, cubierta con cañón sobre fajones y pilastras en nave y lunetos en cabecera, con ingreso a los pies de medio punto, sobre el que hay espadaña de hierro de un hueco.