Un equipo de la UB valida un nuevo método para evaluar la eficacia antimicrobiana de los detergentes en entornos domésticos

La concienciación medioambiental en la sociedad está cambiando los hábitos de la lavandería doméstica, en los que se fomenta el uso de menos lejía y temperaturas más bajas durante los ciclos de la lavadora. En este contexto, los desinfectantes añadidos a los detergentes se han convertido en un factor esencial para compensar estos nuevos hábitos y prevenir la transmisión de bacterias, hongos y virus en el hogar, así como controlar el nivel de microorganismos que producen mal olor en la ropa. Estos productos deben evaluarse según los métodos estandarizados, pero la normativa europea actual solo se aplica a entornos clínicos y se restringe al ciclo de lavado principal. Expertos del Grupo de Investigación Biost3, liderados por Antoni Monleón, profesor del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la UB, han validado desde el punto de vista estadístico un nuevo método para evaluar la eficacia antimicrobiana de los detergentes y aditivos textiles en entornos domésticos. Los resultados revelan la validez del nuevo protocolo, que se ha presentado en el Comité Europeo de Normalización (CEN) para pedir que se convierta en el estándar europeo.

«Es muy difícil asegurar que un producto funciona y es un buen desinfectante. Trabajamos con microorganismos y los resultados de la evaluación de la eficacia pueden ser muy variables según el método, la lavadora, la temperatura, el tiempo de colada, etc. Por eso es muy importante la publicación de un protocolo (o norma) estandarizado a escala europea para que los fabricantes de desinfectantes textiles de uso doméstico puedan demostrar la eficacia de sus productos con una metodología mucho más parecida a la situación real en el hogar», explica Antoni Monleón, miembro del Grupo de Investigación de Bioestadística y Bioinformática (GRBIO) integrado en la plataforma Bioinformatics Barcelona (BIB).

La investigación, publicada en la revista PLOS ONE, se ha hecho en colaboración con Michelle Cavalleri, miembro del comité técnico del CEN, y con un consorcio internacional de laboratorios industriales y de ensayo formados por AC Marca, Arxada, Eurofins Biolab SRL, Henkel AG & Co KGaA, Hohenstein Laboratories GmbH & Co. KG, Hochschule Niederrhein, FB textile-u Bekleidungs-technick, y Thor Especialidades S. A. Las investigadoras de AC Marca Ana Costan y Nuria Piedra han coordinado el desarrollo de la norma, la fase experimental y la recopilación de los datos.

Ante el vacío en los estándares de la Unión Europea, el consorcio organizó un ensayo interlaboratorio (ring trial) de carácter internacional con el fin de evaluar la robustez de un nuevo método diseñado específicamente para testar la eficacia de los detergentes frente a los microorganismos en un entorno doméstico. Los siete laboratorios participantes estaban equipados con cinco aparatos a escala de laboratorio que simulaban lavadoras domésticas y en los que se evaluaron siete parámetros —entre ellos, la eliminación de los microorganismos Escherichia coli o Staphylococcus aureus adheridos a los tejidos— con diferentes niveles de sustancia activa y a diversas temperaturas.

«La evaluación de la eficacia desinfectante en la ropa es un proceso complejo que implica muchas variables y el método debe permitir controlar aspectos como la temperatura, el tiempo de contacto, o el efecto mecánico y químico por separado, a fin de que la reproducibilidad sea más consistente», detalla Antoni Monleón.

Esta metodología de evaluación no solo simula procesos de lavandería doméstica, sino que debe poder aplicarse como procedimiento estándar en todo el sector y, por tanto, debe ser un método robusto y reproducible. «La robustez —explica Antoni Monleón— se refiere a un concepto estadístico: es una medida de la capacidad que tiene el método de no quedar afectado por variaciones pequeñas, pero deliberadas, en el experimento, como por ejemplo que se utilicen lavadoras o temperaturas diferentes».

«Por otra parte —continúa el investigador—, por repetibilidad se entiende que, si se utiliza un método igual con el mismo procedimiento en otro laboratorio, se debe obtener un resultado similar».

La labor de los investigadores del Grupo de Investigación Biost3 ha consistido en validar el método desde el punto de vista estadístico y verificar la robustez de los experimentos desarrollados en los distintos laboratorios. Con este objetivo, han utilizado métodos estadísticos para «detectar valores muy variables en los experimentos, un análisis de valores extraños para cuando se tienen en cuenta muchas variables y métodos gráficos que permiten comprobar la variabilidad conjunta de distintos grupos experimentales», explica el investigador.

Los resultados de la investigación han demostrado que el método era robusto frente a pequeñas variaciones en el experimento, por lo que la repetibilidad de este, y del nuevo método, fue satisfactoria.

Además, han creado una nueva biblioteca —un programa que permite realizar cálculos muy rápidamente— en lenguaje de programación R llamada Diagnobatch, que se podrá utilizar en el entorno industrial.

El nuevo método también reproduce las condiciones de lavado doméstico de forma más realista en comparación con el protocolo vigente, en el que los productos antimicrobianos se evalúan en lavadoras industriales con características notablemente distintas. «Además —puntualiza Monleón—, estudios anteriores indican que un dispositivo a escala de laboratorio no es significativamente diferente de una lavadora doméstica, pero tiene una ventaja importante en términos de reproducibilidad y repetibilidad».

Esta nueva metodología también mejora la capacidad y los costes respecto al protocolo actual, en el que la eficacia del antimicrobiano debe probarse por separado y evaluar un solo microorganismo por cada prueba en la lavadora. «El nuevo protocolo —subraya el investigador— permite desarrollar hasta veinte pruebas simultáneamente (según el dispositivo a escala de laboratorio) y todos los microorganismos se testan en la misma prueba».

Con estos prometedores resultados, la nueva metodología se ha enviado a consulta al Comité Europeo de Normalización para proponerla como nuevo estándar europeo. «A medio plazo —concluye Monleón—, cuando la norma esté aprobada por el CEN, todos los desinfectantes textiles para el ámbito doméstico que quieran registrarse tendrán que demostrar su eficacia siguiendo este protocolo, cuya validez y robustez ha demostrado nuestro equipo».