Un equipo científico ha descubierto el primer depósito de ámbar del Mesozoico con insectos preservados de toda Sudamérica en la provincia de Napo (Ecuador). El descubrimiento, publicado en la revista Communications Earth & Environment, revela que hace 112 millones de años había un bosque tropical húmedo con helechos, cicas y plantas angiospermas, y describe un escenario único para conocer la rica biodiversidad y los ecosistemas cretácicos en el hemisferio sur, poco estudiados hasta ahora en el registro del ámbar fósil.
"Este es el mayor depósito de ámbar mesozoico de Sudamérica y uno de los más ricos de Gondwana con bioinclusiones. Forma parte de un depósito recientemente descubierto en la formación Hollín —unos niveles de rocas sedimentarias detríticas de la cuenca de Oriente, en Ecuador—, está fechado en el periodo albiense del Cretácico inferior y presenta restos de artrópodos terrestres bien preservados (insectos y restos de telaraña)", detalla el catedrático Xavier Delclòs, de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio) y primer autor del artículo.
El ámbar proviene de un entorno fluvial-lacustre en el yacimiento de la cantera Genoveva (en la región de Tena, en la zona amazónica). Los árboles productores de resina probablemente eran coníferas araucariáceas, según los análisis geoquímicos y palinológicos. "Todo indica que el antiguo ecosistema era boscoso, húmedo y diverso, y presenta la asociación más antigua de hojas de angiospermas conocida en el noroeste de Sudamérica", detalla Delclòs, miembro del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la UB.

El trabajo perfila un nuevo marco de referencia para conocer los ecosistemas ecuatoriales durante el Cretácico y las relaciones biogeográficas de sus componentes cuando los continentes modernos se separaron del supercontinente Gondwana.
También han participado en la investigación equipos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales (Panamá), la Universidad de Rosario (Colombia), la Escuela Politécnica Nacional de Quito (Ecuador) y el Museo Senckenberg de Historia Natural (Fráncfort, Alemania), entre otras instituciones.
Un bosque denso y húmedo con árboles productores de resina
En el estudio se han analizado 60 muestras de ámbar que han permitido identificar 21 bioinclusiones, con representantes de cinco órdenes de insectos, incluyendo dípteros (moscas), coleópteros (escarabajos) e himenópteros (hormigas y avispas), además de un fragmento de telaraña. No se han encontrado restos vegetales dentro del ámbar, pero se ha identificado una amplia variedad de fósiles de plantas en las muestras de roca, incluyendo esporas, polen y hojas.
El equipo ha analizado muestras de ámbar y de la roca circundante de la cantera Genoveva en Ecuador y ha identificado dos tipos diferentes de ámbar: uno formado bajo tierra alrededor de las raíces de las plantas productoras de resina (sin inclusiones) y otro que se formó cuando la resina quedó expuesta al aire (con inclusiones).
"Este ámbar es químicamente maduro y está alterado por la exposición al petróleo, ya que la formación Hollín es una roca madre de petróleo, y actualmente se explota comercialmente", indica César Menor Salván, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares.
Las características de las bioinclusiones y los fósiles circundantes sugieren que el ámbar se formó en un entorno forestal denso y húmedo, dominado por árboles productores de resina. "Se han encontrado, sobre todo, dípteros quironómidos y ceratopogónidos, así como colémbolos, coleópteros, himenópteros, tricópteros, hemípteros y un fragmento de telaraña. Los insectos denotan la presencia de cuerpos de agua dulce y un bosque tropical húmedo en el que destaca la presencia de familias raras, como las avispas †Stigmaphronidae", apunta Enrique Peñalver, investigador del IGME en Valencia.
Carlos Jaramillo, del Instituto Smithsoniano, explica que "el polen y los macrofósiles identificados en las rocas que contenían el ámbar revelan un bosque con pteridófitos (helechos y afines), coníferas araucariáceas y queirolepidiáceas, cicas y angiospermas tempranas", y añade que "también se han detectado hongos epifitos sobre las hojas fósiles y hongos resinícolas".
Estas características contrastan con las condiciones áridas observadas en otros yacimientos sudamericanos de la misma edad, como la formación Crato, en el margen oriental de Sudamérica. En este caso, no se ha encontrado ninguna evidencia de incendios, a diferencia de muchos yacimientos de ámbar coetáneos del hemisferio norte, probablemente por su elevada humedad ambiental.
Los expertos subrayan que el descubrimiento de este yacimiento de ámbar es de gran relevancia científica para futuros estudios de este periodo. "Futuras excavaciones podrían ayudar a conectar la biodiversidad sudamericana con otras regiones de Gondwana, como la Antártida, Australia y Sudáfrica, donde también se ha encontrado ámbar cretácico", concluye Mónica Solórzano Kraemer, del Museo Senckenberg.