Mañana termina el año hidrológico 2021-2022 (1), y lo hace situándose como uno de los tres más secos de la serie histórica. Se cierra un año hidrológico marcado por olas de calor intensas y con precipitaciones que han sido un 25 % inferiores a la media. Las reservas de agua embalsada están al 32,5 %, las más bajas en los últimos 27 años.
Cabe recordar que el 75 % del territorio español está en grave riesgo de desertificación. Desde mediados del siglo XX, el clima árido, en detrimento del templado, no ha hecho más que avanzar en todo el país a un ritmo de unos 1.500 km² al año (el equivalente a la isla de Gran Canaria o a más de 204.000 campos de fútbol), según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Para el responsable de la campaña de Agua de Greenpeace, Julio Barea: "Es hora de entender que España tiene un grave problema con el agua debido a su mala gestión. Las personas, los ecosistemas y la economía están expuestos a múltiples riesgos por ello. De seguir con las mismas políticas de despilfarro, agresión y contaminación del agua, el país puede encontrarse en los próximos años con serios apuros para abordar el abastecimiento y el reparto de este recurso imprescindible".
De nuevo, ha habido una falta total de previsión para hacer frente a los periodos secos, como el actual. Y los venideros serán aún peores. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en las próximas décadas la región Mediterránea tendrá menos agua disponible por el descenso de las precipitaciones y el aumento de la temperatura, que producirá mayor evapotranspiración. Como muestra, el periodo entre mayo y agosto ha sido el más cálido y seco de toda la serie histórica y septiembre ha continuado batiendo récords de calor, a juzgar por los datos de la Agencia Estatal de Meteorología. Según el Instituto de Salud Carlos III, este año 3.833 personas han perdido la vida en nuestro país por causas atribuibles a las altas temperaturas registradas en los meses de julio y agosto.
Algunas de las voces más expertas reunidas en la Semana Mundial del Agua, celebrada en Estocolmo en agosto, denunciaban, con preocupación, que se han superado los límites del agua dulce a escala planetaria. Sin embargo, a pesar de este grave escenario, las administraciones españolas siguen considerando España como país rico en agua. En la biodiversidad y el medioambiente, los impactos de la falta de agua son casi irrecuperables. De empeorar la situación, como ya se prevé, la falta de agua afectará gravemente a sectores como la agricultura y la ganadería con serias pérdidas económicas, elevará los riesgos sanitarios y llegará a motivar conflictos sociales por el reparto del agua.
Greenpeace ha salido a la carretera para mostrar, con imágenes, algunos ejemplos de sequía. La organización ha hablado con personas afectadas por la falta de agua y hoy comparte sus testimonios. Son los primeros damnificados de una situación que, si no se actúa de forma urgente y decidida, empeorará sin margen de duda. Sin embargo, la política agraria ha apostado por una agricultura de regadío intensivo e industrial totalmente sobredimensionada y no adaptada al clima mediterráneo.