WWF España y Fundació Espigoladors lanzan su informe "Diagnóstico de las pérdidas en el sector de cítricos" en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. El estudio busca cuantificar las pérdidas alimentarias de cítricos en campo, analizar sus causas e impactos y proponer soluciones para reducirlas y evitar sus consecuencias ambientales, económicas y sociales.
Dentro del desperdicio alimentario existe una problemática menos conocida: las pérdidas alimentarias en el campo, es decir, aquellos alimentos que no llegan ni siquiera a ser cosechados. Desde 2022, la UE obliga a medir y reportar los residuos alimentarios en toda la cadena agroalimentaria. Sin embargo, quedan fuera del análisis los descartes previos y durante la cosecha. Las causas son diversas, pero existe poco conocimiento acerca de cuántos kilos de alimentos se pierden en esta parte de la cadena alimentaria. Así, WWF España y la Fundació Espigoladors trabajan conjuntamente desde 2023 en el proyecto Zitroladors con la colaboración del MITECO para cuantificar y visibilizar esta problemática en España.
El diagnóstico se ha basado en una metodología triple: la generación de datos a través de acciones de cuantificación in situ, la estimación del impacto ambiental y económico de las pérdidas cuantificadas y las entrevistas a personas productoras, técnicos y expertos/as en Sevilla, Tarragona y Valencia.
Durante el 2023 y 2024, se realizaron tres cuantificaciones en campos de naranja en Sevilla, y cuatro mediciones en campos de mandarina entre Tarragona y Valencia.

En el caso de las cuantificaciones de pérdidas alimentarias en campos de mandarina (Tarragona y Valencia), los resultados son muy diversos y varían entre el 0 % - 12,5 % de la producción. En la explotación más afectada, se registraron pérdidas de más de 16 toneladas por hectárea, lo que equivale a más de 4 toneladas de CO₂ emitidas y 166 000 m³ de agua desperdiciada por hectárea cada año.
Además, cabe destacar que, en promedio, el 45 % de las naranjas que se quedan sin cosechar en el campo son comestibles, mientras que en el caso de las mandarinas corresponde al 65 %.
Estos resultados muestran la complejidad que hay detrás de las pérdidas alimentarias, por lo que se insta a seguir cuantificando a pie de campo para entender mejor la variabilidad entre los resultados y hacer una diagnosis más precisa de la problemática.
"Reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos es fundamental para avanzar hacia una transición hídrica y agroecológica justa, que cuide del planeta y de quienes trabajan la tierra. En un momento en que el campo español afronta sequías históricas y catástrofes climáticas extremas, esta problemática debe tenerse en cuenta en el Pacto de Estado frente a la emergencia climática", explica Celsa Peiteado, responsable del programa de Alimentos de WWF España.
A la vista de estos datos, ambas organizaciones concluyen que las principales causas de las pérdidas de cítricos en el campo se deben a fruta dañada por plagas y enfermedades, fruta descartada por optimización de tiempos de recolección vinculada a bajos precios y, en gran medida por criterios estéticos impuestos por los mercados acerca del calibre y apariencia de las frutas.
Asimismo, en el proyecto Zitroladors, ambas organizaciones publicaron el informe "Los criterios estéticos como causa de pérdidas alimentarias en cítricos", que aporta datos para avanzar en soluciones frente a esta causa clave de pérdidas en el campo.
El informe expone los requerimientos estéticos de comercialización de frutas cítricas, distinguiendo entre los públicos y los privados, y describe como estos últimos son los más exigentes: el calibre, la forma, la presencia de manchas en la piel, y el color. La investigación también argumenta que la mayoría de los atributos estéticos pedidos por el mercado no tienen relación con el gusto y perfil nutricional de los alimentos. De hecho, aquellas frutas producidas en cultivo ecológico suelen tener más afectaciones estéticas, a pesar de que tienen un mejor perfil gustativo y nutricional. Sin embargo, los requerimientos estéticos dificultan el acceso de frutas ecológicas.
"Espigoladors y WWF forman parte del colectivo #LeySinDesperdicio, que impulsó la aprobación de la Ley 1/2025 de prevención de las pérdidas y desperdicio alimentario. A pesar de que la ley incluye la regulación del espigueo, las pérdidas en campo siguen siendo la cara invisibilizada, sin concretar acciones para prevenirlas. Estudiar cómo dar acceso al mercado a las frutas y verduras imperfectas debería constituir una estrategia clave, previniendo la generación de pérdidas alimentarias en campo y reduciendo sus consecuencias para los pequeños y medianos agricultores", explica Berta Vidal, responsable del área de conocimiento e investigación de la Fundació Espigoladors.
Peticiones Espigoladors y WWF para frenar las pérdidas alimentarias en el campo
El informe elaborado por Espigoladors y WWF concluye que, para reducir de manera efectiva las pérdidas alimentarias en cítricos es imprescindible actuar en varios frentes. En primer lugar, aplicar una gestión integrada de plagas que priorice prácticas agroecológicas y métodos de control biológico, reduciendo así el impacto de enfermedades que provocan gran parte de los descartes. También resulta clave ofrecer un acompañamiento técnico adecuado a las fincas, con asesoramiento público y multidisciplinar que permita diseñar planes de prevención adaptados a cada explotación.
Asimismo, el estudio insiste en la urgencia de flexibilizar los criterios estéticos impuestos por la distribución, que descartan frutas perfectamente comestibles por calibre, color o pequeñas imperfecciones, y en la necesidad de garantizar precios justos para el sector primario, ya que en muchos casos el valor pagado por las cadenas no cubre los costes de producción y cosecha. Finalmente, se destaca el papel central de la ciudadanía: solo con una mayor sensibilización y aceptación de frutas imperfectas será posible avanzar hacia un consumo responsable que reconozca el valor del trabajo agrícola y contribuya a mitigar un problema con graves impactos sociales, económicos y ambientales.
La Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, una problemática clave en un contexto de inseguridad alimentaria y crisis climática
Según el último Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2025, unos 673 millones de personas pasaron hambre a diario en 2024, el 8,2% de la población mundial. En este contexto, hasta un 40 % de los alimentos producidos nunca llegan a consumirse, y cada persona en España desperdicia de media 190 kilos de comida al año. A nivel global, supone la pérdida de 250 km³ de agua al año, lo que equivale a tres veces el volumen del Lago de Ginebra o al caudal anual del río Volga y son responsables de entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Esta realidad resulta aún más alarmante en un contexto en el que el campo atraviesa momentos críticos, con sequías prolongadas, episodios de lluvias torrenciales e incendios inextinguibles provocados principalmente por los efectos de la crisis climática. Un ejemplo claro fue la DANA de noviembre de 2024, que devastó 25 000 hectáreas de cítricos en la Comunitat Valenciana, con pérdidas superiores a los 1000 millones de euros, y provocó hasta un 40 % de daños agrícolas en Tarragona, provocando a su vez graves destrozos en infraestructuras agrícolas, que dificultan la recolección y distribución de alimentos.