La periodista y docente Ana Bernal-Triviño ha advertido de que "aún tiene que venir lo peor de la reacción antifeminista" aupada en redes por la extrema derecha, una ola reaccionaria contra los derechos de las mujeres que augura todavía tardará "al menos diez años" en quedar atrás.
Bernal-Triviño (Málaga, 1980) lo ha explicado así en una entrevista con EFE por la presentación de su último libro, 'La raíz del poder', en el que rastrea los orígenes del patriarcado y conecta la manosfera, el movimiento tradwife y el auge del machismo digital con los mitos, leyes y religiones que hace miles de años definieron el poder masculino.
"Pues lamentablemente creo que viene lo peor. Creo que estamos en el comienzo de esa caída y que tendremos que tardar unos diez años, como mínimo, para volver a recuperar una fuerza", ha aventurado la profesora en Ciencias de la Información de la UOC.
Bernal-Triviño, activa en la divulgación contra el machismo en alza y la desinformación, explica la mayor influencia del machismo en los nuevos y viejos medios, entre otros elementos, porque "el feminismo no tiene tantas herramientas para posicionarse, no tiene tanto espacio en los medios de comunicación".
Así, lamenta, el feminismo sigue siendo "de nicho, al margen de los medios principales" pues sigue considerándose fuera de la cuestión política.
Machismo financiado en redes
"Tampoco las mujeres comunicadoras están en sitios de poder tan relevante como para darnos espacios de mensaje ni posicionamiento. Y los algoritmos y las redes sociales van en contra de este tipo de mensaje, porque lo que al final incentiva no es el pensamiento, es lo emotivo, y ahí ellos consiguen mucha más multiplicación", argumenta.

La periodista y docente Ana Bernal-Triviño
Más allá, denuncia que además detrás de los youtubers y comunicadores negacionistas de la violencia machista hay una financiación organizada que no existe con la divulgación feminista.
"Dicen que vivimos de chiringuitos pero realmente no conozco a ninguna mujer que viva de esto. Pero sí veo a hombres que viven solo y exclusivamente, sobre todo en redes sociales, de canales de Youtube, de sus cuentas de Tik tok, de su cuenta de Instagram, que tienen detrás una financiación de lobbies que quieren influir políticamente", ha añadido.
La comunicadora urge a no pensar que ese negacionismo de la violencia y ensalzamiento de la mujer tradicional en las redes y promovido por la extrema derecha es "una simple moda" y llama a mirar lo que ya ocurre en EE.UU. con derechos como el aborto o incluso el derecho al voto puestos en duda.
La antesala de EE.UU.
Como ejemplo de ese contrapeso antifeminista y su gran capacidad de financiación señala a la organización 'Turning point USA' de la viuda de Charlie Kirk, Erika Kirk, "que ya ha recibido donaciones multimillonarias de empresas" y que "lanzan mensajes en las universidades diciéndole a las chicas que no se preocupen por su título porque el mayor título que pueden conseguir es ser ama de casa".
Igualmente, ha recordado la campaña de Donald Trump en las últimas presidenciales en las que se devaluó a la candidata demócrata, Kamala Harris, por no tener hijos "con comentarios jocosos y deshumanizadores sobre las mujeres solteras que acaban solas y con gatos apartadas de la sociedad".
Todo ese mensaje de "desautorización" sobre las mujeres que no siguen el camino marcado por el patriarcado "vuelve a situar el mensaje feminista como algo ridículo" como a finales del siglo XX y antes de la última ola feminista, apunta.
Sobre la necesidad de que los hombres se involucren en los derechos humanos de las mujeres sin miedo a perder privilegios, señala que en la última ola feminista se vio a hombres que se mostraban acompañantes de esta lucha en el plano público, de los derechos civiles, pero no tan claramente "dentro de casa, de puertas para dentro".
Así, si existe mayor consenso sobre los derechos civiles de las mujeres "todo se ve, parece, de otra manera cuando estamos hablando de la violencia que ocurre dentro de la casa, la violencia sexual, cuando hay que señalar al compañero, cuando es señalar al amigo o al jefe", reflexiona.
El complejo de no poder parir
"Al fin y al cabo nadie quiere abandonar su posición cómoda. El cambio implica esfuerzo", añade la comunicadora, quien apunta que el machismo "es una zona de confort" para los hombres.
El libro se adentra en el uso de la violencia para ejercer poder patriarcal, pero también en la clasificación mujer buena, mujer mala, y el papel central de desigualdad y sometimiento que ha derivado de la función reproductora de la mujer.
Preguntada sobre cómo puede ser que la maternidad se haya considerado una debilidad más que una fortaleza para las mujeres en la comunidad, Bernal-Triviño señala que los hombres sintieron un "complejo" por no poder parir y le dieron la vuelta al asumir "el poder de decirle a una mujer cuándo y cómo debía reproducirse".





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