Bárbara tiene la tensión un poco alta y hace semanas que no concilia bien el sueño. A sus 70 años nunca imaginó que tendría que salir de su casa de Rivne, en Ucrania, y escapar junto a su hija Irina y sus nietas Victoria y Yulia, de 15 y 13 años a otro país a más de 3.000 kilómetros de distancia.