La investigación se inició en septiembre del año pasado en la Jefatura Superior de Policía de Melilla al recibirse una denuncia de un ciudadano manifestando que había sido víctima de una estafa muy elaborada a través de las redes sociales, donde se ofertaba un coche de segunda mano para la
venta, para lo cual le aportaban fotografías del coche y del DNI de la supuesta propietaria, con quien mantuvo largas conversaciones a través de las redes sociales hasta que le convencieron para que realizara una transferencia bancaria de 3.000 euros para después desaparecer.