El Ministerio de Sanidad ha lanzado la campaña "Qué nos pasa?, una iniciativa centrada en la promoción y protección de la salud mental, con el objetivo de prevenir el sufrimiento psíquico común mediante la identificación y abordaje de sus causas sociales. Esta iniciativa, pionera en su enfoque, busca generar una conversación social amplia, promover la empatía y fortalecer la acción colectiva.
Numerosos organismos internacionales, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), coinciden en señalar que los problemas de salud mental no pueden entenderse únicamente desde una perspectiva clínica o individual. Por el contrario, están profundamente influenciados por factores sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales.
La salud mental de una persona depende tanto de su biología y experiencias personales como de las condiciones estructurales en las que vive. Entre los determinantes más relevantes que inciden en el desarrollo de malestares emocionales y psicológicos se encuentran las condiciones del mercado laboral. La competitividad, las jornadas laborales extensas, la falta de conciliación o la inseguridad económica son elementos que generan un desgaste emocional sostenido.
También la situación de la vivienda genera frustración en la sociedad, sobre todo entre los jóvenes: la incapacidad para emanciparse, la obligación de compartir piso en edades avanzadas o la ansiedad ante la subida de hipotecas o contratos de alquiler inestables son causas frecuentes de preocupación, especialmente entre la población joven.

En el ámbito familiar y de pareja, se identifican también factores clave de deterioro de la salud mental, como la sobrecarga de cuidados o la autoexigencia ligada a roles tradicionales (madre ideal, pareja perfecta, hija ejemplar). Estos mandatos sociales afectan especialmente a las mujeres, generando una tensión continua entre expectativas externas y realidad cotidiana.
El entorno digital y las redes sociales ejercen una influencia significativa en la salud mental. Fenómenos como la búsqueda de aprobación, la inseguridad generada por comparaciones constantes, el acoso en línea y la exposición a discursos de odio o sexualización afectan particularmente a adolescentes y jóvenes. En este grupo, además, se identifica una paradoja social: a pesar de estar hiperconectados, muchas personas experimentan una soledad no deseada, producto de relaciones superficiales y falta de vínculos profundos.
Es importante resaltar que estos factores no actúan de forma aislada. La salud mental está atravesada por estratos de influencia que van desde lo individual hasta las condiciones socioeconómicas, culturales y ambientales. Este enfoque reconoce que los problemas de salud mental no solo se derivan de experiencias personales o predisposiciones biológicas, sino de un entramado de condiciones estructurales que afectan la vida cotidiana de millones de personas.
Por lo tanto, la campaña del Ministerio no se centra solo en dar visibilidad a los síntomas o a los tratamientos, sino en poner el foco en las causas, especialmente aquellas que pueden prevenirse o modificarse colectivamente. La estrategia busca, entre otros objetivos, canalizar el malestar hacia la acción social y la creación de redes comunitarias, invitando a identificar que el sufrimiento emocional tiene raíces comunes y que solo desde una respuesta social articulada será posible avanzar hacia una mejora sostenible del bienestar psicológico de la población.
Este planteamiento propone que la prevención en salud mental no es únicamente una tarea del sistema sanitario, sino una responsabilidad compartida entre individuos, instituciones, empresas, comunidades y gobiernos. En este marco, comprender y actuar sobre los determinantes sociales se convierte en un paso imprescindible para construir una sociedad más justa, cuidadora y resiliente.