LA GENTE de la calle, que somos todos aquellos que cada día sentimos el desgarro social, que sufrimos la pena de los desahucios propios o de nuestros amigos, que sabemos de la desnutrición en niños en nuestros pueblos y ciudades, que nos entristecen y aterran las situaciones como los seis millones de parados, la falta de ingresos y la emergencia social generalizada; la gente de la calle, que hemos comprobado como se forran de miles y miles de billetes de quinientos euros los políticos nefastos y como la corrupción ha avergonzado al país, que tanto impune se ha librado y que el país necesita darse la vuelta como a un calcetín; la gente de la calle, apenas unos minutos después de que el presidente del Gobierno anunciara la abdicación del Rey, grita. Ulula y se mueve tras el discurso del rey dejando su herencia al príncipe. Y lo hace para pedir la convocatoria de un referéndum en el que la ciudadanía elija entre monarquía o república. Concretamente Izquierda Unida, Podemos, Equo y otras organizaciones y colectivos sociales están llamando a participar en concentraciones en las plazas de varias ciudades españolas para pedir una consulta en ese sentido. Cuando hay situaciones de crisis tan graves como la que nos agobia, no es descabellado preguntar a la gente y reestructurar o eliminar instituciones. La gente de la calle está cansada de lo obsoleto y de lo fastuoso. De la vieja casta política, por ejemplo. Y de la rancia monarquía, tal vez. A España, entre unas cosas y otras, se le han cargado demasiado las espaldas, está corporativizada. Los españoles tienen derecho a saber si quieren liberarse de esa carga. ¿Por qué no, sin secretismo, que se dé una discusión abierta y su correspondiente referéndum? El tema importa. Y la prueba son las movilizaciones en casi todas las ciudadades. El rey abdica y es hora de que la herencia de su poder recaiga en el pueblo. Las nuevas opciones políticas han surgido de este descontento también. No hay adversario pequeño, es absurdo que los partidos grandes quieran ningunear esta salida. La mejor manera de resolver este problema es que la gente vote si quieren que Felipe de Borbón herede la jefatura del Estado.
Juan Carlos YAGO |
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