Al llegar a Sebúlcor, lo primero que ve el visitante es "Bienvenidos al pueblo de los brujos". En las calles de esta encantadora localidad, disfrutará de tejados y portales llenos de amuletos, lunas y gatos negros. La realidad es que algunos de los habitantes que viven en este rincón del parque natural de las Hoces del río Duratón, en Segovia, saben cómo hacer conjuros y lanzar hechizos, aunque prefieren ocultar sus nombres; sin embargo, los vecinos no tienen miedo de hablar públicamente del tema.
David, un operario municipal, le contó al diario "El periódico": "En la zona nos conocen por los brujos. Se hacían pociones para curar de forma natural, usando los medios de la naturaleza. Hace muchos años eran muy comunes esos remedios, se transmitían de padres a hijos... yo creo que se ha perdido un poco la tradición, pero alguien debe haber que los siga haciendo".
Dos décadas atrás, Guillermo Herrero publicó en el periódico "El adelantado", un extenso artículo donde contaba la historia de un vecino llamado Mariano Tejedor que sabía "curar con hierbas y rezos". Entre sus talentos se contaban la posibilidad de quitar el catarro, las verrugas, las hemorroides y hasta combatir con eficiencia las picaduras de los temidos alacranes.
En su artículo, el periodista describe cómo trabajaba el "brujo": "Marchaba al campo a recolectar hierbas. El curandero se proveía de las más diversas especies, desde el beleño hasta el trigo. Todas juntas iban aparar a un frasco en el que luego irían disolviéndose hasta formar un líquido negruzco, sin nombre, que era 'divino' para las heridas. Para los forúnculos o diviesos, lo mejor era un ungüento de cera, miera virgen, manteca y aceite. Después de calentarse al fuego, se aplicaba en el lugar exacto. 'Chupaba toda la broza', señala T… También quitaba clavos, con un sencillo ritual: 'tantos clavos tantos ajos. Se hace una ristra y se tira en el campo. Y cuando se secan los ajos los clavos han desaparecido'. Otra opción era tirar a un pozo tantos garbanzos como clavos tuviera la persona. Para el catarro, había que beber una jarra de vino con un poco de manteca. 'sabe muy mal, pero el catarro se marcha enseguida'. Una de sus especialidades era adivinar si habían echado a una persona 'mal de ojo'. 'Era necesario traer un poco de pelo de esa persona o un trozo de una prenda que hubiera estrenado', dice. El misterioso rito también valía para animales, solo que en este caso se utilizaba una pluma o un mechón de pelo".

Hoces del río Duratón
Según los expertos, los secretos de la magia pasan de una generación a otra y no pueden revelarse porque, si esto sucede, pierden su efecto de manera inmediata. Mariano, por ejemplo, le dejó alguno de sus talentos a su hija Victoria, y Olegario Arranz heredó de su madre la posibilidad de curar las hemorroides.
De acuerdo a "El adelantado", la única sanadora reconocida del pueblo actualmente es Teodora de Frutos, que puede curar diferentes males, aunque su especialidad es sacar el mal de ojo, un don que aprendió de su padre.
Un hombre llamado Alberto, por su parte, le contó a "El periódico" que en los rituales o conjuros se usan ajos, alubias, garbanzos o bayas, y para los brebajes plantas medicinales, remarcando que "las que huelen mal son abortivas, como ruda o tejo, pero las medicinales son todas aromáticas, la gente lo sabía y hacía su uso para medicinas". Y añade: "Desde el Neolítico ha habido multitud de manifestaciones culturales. Es donde más pinturas rupestres hay de toda España y muchas tienen dibujado un chamán. Yo creo que aquí o en esta zona debe estar enterrado algún familiar de don Rodrigo".





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